Santo. Teatro Español.


Presidiendo un pasillo de espectadores a cada lado, la imagen pictórica del Agnus Dei de Zurbarán introduce la obra Santo que se representa en la sala pequeña del Teatro Español de Madrid. El Agnus Dei, o Cordero de Dios, es una obra pintada por el maestro español, hoy presente en la colección del Museo del Prado, que alude al sacrificio de Cristo muriendo para salvar a la humanidad. Es una imagen de devoción del siglo XVII, como lo es el tríptico ingeniado por tres dramaturgos, Ignacio del Moral, Ignacio García May y Ernesto Caballero, en el siglo XXI. Caballero, director también del montaje, ha explicado que la escritura de Santo surgió de la idea común de “abordar el tema de la santidad”. Los tres autores afrontan el tema del bien y del mal de una forma distinta.

Del Moral, en la pieza Mientras Dios duerme (quizás la más interesante en su confrontación dialéctica) coloca a sus dos personajes, una monja misionera y un alto representante de la Iglesia, en una selva latinoamericana donde ni la ley civil ni la moral rigen la sociedad. La misionera, acusada del asesinato de un sicario, defiende su fe y su postura ideológica por encima de la visión pragmática y conciliadora que le ofrece el cura frente a su procesamiento. Las tensiones internas de la Iglesia, los postulados morales y éticos del catolicismo y la beligerancia del trabajo desarrollado en las misiones, forman parte de los diálogos entablados entre los dos personajes.

En Los coleccionistas, Ignacio García May ofrece una historia entretenidísima, casi cinematográfica, sobre el poder fetichista de algunos objetos. Poco tiene esta pieza de santidad, siendo más una aventura al estilo Polansky con mujer diabólica como protagonista. García May aporta, no obstante, una de las reflexiones más certeras sobre el binomio bondad-maldad. No es la verdadera esencia de la virtud o del mal tan común como creemos. Todos somos mediocremente malos y buenos, pero su estado puro es algo más difícil de encontrar.

La pieza que cierra el tríptico de la santidad, Oratorio para Edith Stein de Caballero, es la más conceptual de las propuestas. Conceptual porque en ella una judía reconvertida al catolicismo se enfrenta a su torturador nazi en el campo de concentración. Una alegoría de las tentaciones de Jesús en el desierto con un personaje real como protagonista, Edith Stein, que luego sería beatificada como Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Quizás sus diálogos teológicos hagan de esta pieza la más densa, aunque ofrezca el interés de los hechos reales traídos a escena.

En párrafo aparte hay que elogiar el trabajo de Aitana Sánchez Gijón y José Luis Esteban. Están los dos fantásticos en cada uno de sus papeles, con cambios de registros automáticos entre pieza y pieza. Los otros dos actores acompañantes poco papel tienen en el que destacar salvo en la obra de Caballero, en la que sí muestran sus dotes actorales.

En un país de fuertes raíces católicas, la trilogía de Santo es una obra dramática que merece la pena ver. Por educación, entorno y cultura, los dogmas que en ella se tratan son de sobra conocidos por el público. La impresión final, no obstante, es que el tema subyacente del tríptico no versa tanto sobre la santidad como sobre la devoción religiosa, esa misma que representa el Agnus Dei de Zurbarán.

La clá
http://www.lacla.es

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Santo – Teatro Español:
http://www.esmadrid.com/teatroespanol/portal.do;jsessionid=8293ED97734EE00874B757C6CC8F5DED.APP2

Imagen:
Una escena de Oratorio para Edith Stein, con Aitana Sánchez Gijón y José Luis Esteban. Imagen de Jaime García, por cortesía del Teatro Español.

Museo del Prado:
http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line

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