Espectros de Artaud. Lenguaje y Arte en los años 50. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

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Artaud, fotografiado por Man Ray

El Museo Reina Sofía (MNCARS) acaba de “recoger” la muestra en torno a Antonin Artaud (1896-1948) y su influencia en ciertos lenguajes artísticos. Artaud no sólo fue dramaturgo, poeta o actor, fue también un esteta y uno de los pensadores más influyentes en torno a la esencia del teatro. Sus predicamentos calaron en algunos de los más representativos e influyentes directores de escena contemporáneos, entre ellos Peter Brook.

La muestra del Reina Sofía que finalizó en diciembre se ha centrado en otras ramificaciones de la huella de Artaud: en concreto, en la traslación de sus postulados sobre el gesto y la fuerza de la palabra en una serie de movimientos artísticos de vanguardia con tres núcleos bien diferenciados, Francia, Brasil y Estados Unidos. De manera un tanto puntillista, se exponen ejemplos del letrismo (movimiento poético de vanguardia que propugnó el valor sonoro de las palabras por encima de su significado), la poesía concreta (heredera de los caligramas de Appollinaire) o de los artistas americanos que trasladarían los postulados de Artaud en una nuevo tipo de manifestación artística, con el happening de John Cage a la cabeza.

El objeto y el sujeto de la exposición eran, como puede leerse, de enorme interés. Desafortunadamente no así el montaje de la misma. Los comisarios Kaira Cabañas y Frédéric Acquaviva han pecado de soberbia intelectual obviando el carácter educativo que toda muestra debe tener. El propósito de los museos (esas tumbas del arte para muchos artistas y teóricos) es acercar el arte al público, sin presuposiciones de ningún tipo. Adultos, niños, ancianos, conocedores y desconocedores de Artaud se habrán acercado al Museo Reina Sofía con el interés de conocer algo más de este atormentado y lúcido artista francés. Poca o ninguna explicación sobre el personaje, limitado material explicativo y ningún hilo narrativo. Dado el extenso grupo de obras del letrismo, hubiera tenido más sentido dedicar la muestra a este último movimiento y reservar un apartado a la influencia de Artaud en el mismo. Pero consagrar el título de la muestra a un personaje, y apenas contar ni mostrar nada de él, viene a ser una engañifa intelectualoide del peor calado. Más aberrante aún es esperar del visitante que sepa y entienda lo que tiene delante de él, sin que poco o nada se le explique.

Este acontecimiento cultural frustrado no tiene por qué ser en vano. Por un lado, pueden escucharse píldoras de los textos de Artaud en la radio web del MNCARS. Por otro, no hay mejor excusa para fomentar algo de auto-aprendizaje y leer uno de los textos claves para el teatro contemporáneo “El teatro y su doble”, publicado en París en el año 1938.

En esta colección de ensayos, Artaud reflexiona sobre la verdadera esencia del teatro y traza el horizonte hacia el que debe dirigirse un verdadero teatro, el teatro de la crueldad, en el que el director de escena usurpa el trono del autor convirtiéndose en maestro de una ceremonia mágica. La representación debe alejarse del texto y valerse de los elementos escénicos que le son propios: gestos, ruidos, colores, movimientos, etc. Por contraposición a un teatro caduco y anclado en sus clásicos incuestionables, Artaud propugna un teatro de la crueldad que envuelva al espectador, que relegue al texto al mismo plano que otros elementos escénicos, que convierta cualquier espacio en escena  y que acabe creándose en cada representación. El teatro se identifica con la crueldad como acto vivo e inútil. Este sentido de la crueldad puede rastrearse, dice Artaud, en el personaje de Annabella de ´Tis Pitty She´s a Whore de John Ford (recientemente traída por Cheek by Jowl: https://lacla.es/2012/05/01/tis-pitty-shes-a-whore-matadero-de-madrid-teatro-espanol-y-en-gira/ ).

Todos estos elementos que definen el teatro puesto en valor por Artaud pueden descubrirse en distintas propuestas artísticas nacidas tras la muerte del genio francés. Entre ellas, las apuntadas por la exposición del Reina Sofía, pero también las representadas por la compañía catalana La Fura dels Baus o por el ya mencionado Peter Brook.

Dada la riqueza de la huella artística de Antonin Artaud, hubiera sido estupendo acudir a una muestra innovadora en la que aprender del mito francés y aplaudir la repercusión que tuvo en muchos movimientos artísticos, desde los escénicos a los poéticos o plásticos. El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, destaca por haber dado al museo un nuevo discurso narrativo que puso fin a la visión lineal de la colección permanente. Las obras ahora se interrelacionan entre ellas. Un cuadro del período entre-guerras tiene mucho que ver con el cine mudo, pero también con la realidad histórica que lo enmarca. El diálogo y la contextualización son las notas que definen el Reina Sofía ideado por Borja-Villel y que están absolutamente ausentes en la exposición de Artaud que se ha visto este otoño-invierno.

Antonin Artaud fue un creador de enorme repercusión y que suscita gran interés. El decepcionante saber de boca de esta exposición sólo debería animar al Museo Reina Sofía a reintentar la hazaña, pero desde los postulados de su actual dirección artística. Sería fantástico acudir a una muestra que explicase la vida del multifacético francés, que contextualizase sus obras y que analizase el legado de su pensamiento en los grandes movimientos de pos-guerra, con especial referencia al teatro contemporáneo.

La clá

www.lacla.es

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Espectros de Artaud. Lenguaje y Arte en los años 50. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/2012/artaud.html