La bella de Amherst (Emily Dickinson). Teatro Guindalera. Muestra teatral Surge Madrid.

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Las grandes ciudades como Madrid tienen la virtud de esconder tesoros por descubrir, incluso para aquéllos que vivimos en la ciudad después de muchos años. El Madrid cultural no es un coto que linda con Atocha, Colón y el Palacio de Oriente. Más allá de estas fronteras se extienden otros centros culturales, salas de exposiciones y, también, otros teatros.

La Guindalera es un pequeño barrio de Madrid situado en el distrito de Salamanca y que desemboca en la Plaza de Toros de las Ventas. El hecho de estar encajonado entre grandes avenidas como Francisco Silvela, Avenida de América y Alcalá, explica, por un lado, que haya surgido un fuerte espíritu colectivo de pertenencia al barrio. Pero por otro, hace que sea una aldea gala que permanece ajena al invasor y que es, todavía hoy, una zona desconocida para muchos madrileños.

Lo más característico del barrio, aparte de su evocador nombre que proviene del antiguo huerto de guindos plantado en esta parte del antiguo ensanche de la ciudad, es su importancia arquitectónica. Madrid, a diferencia de otras grandes ciudades europeas, apenas conserva el esplendor arquitectónico decimonónico que cubrió de bellísimos edificios a Barcelona, Londres, París o Bruselas. Los pocos edificios que quedan son sedes institucionales o administrativas y que, por cierto, recientemente han podido visitarse gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid, ¡Bienvenidos a Palacio! .

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Palacio Longoria

Los más afamados ejemplos madrileños del modernismo son el Palacio Longoria (sede de SGAE) o la casa de Pérez Villaamil en la plaza Matute (barrio de Huertas). Sin embargo, el barrio de La Guindalera esconde otro tipo de modernismo, menos preciosista y más vinculado con la corriente social de este movimiento estético que pretendió adornar no sólo las casas y palacios de la pudiente burguesía, sino también el entorno laboral y residencial obrero. De esta forma el Arts & Craftsbritánico o el Art Nouveau belga se preocuparon por embellecer fábricas, viviendas e industrias.

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Casas de la calle Roma en Madrid

Las casas modernistas que atesora la Guindalera son los restos de una sucesiva promoción de viviendas de estilo neomudéjar que vino a llamarse el “Madrid Moderno” y que se construyó a finales del siglo XIX. Paseando a través de estas calles se descubren estas joyas del modernismo, junto con bonitos chalets de los años veinte y treinta. Las casas más características del barrio de la Guindalera son los edificios unifamiliares, hotelitos, que aparecían en la popular serie “Pepa y Pepe”.

En este tiempo, la Guindalera ha mantenido el espíritu de barrio singular. El asociacionismo vecinal, junto con determinados negocios de calle (librerías, etc.), han reforzado este vínculo creando un movimiento cultural propio y distintivo.

En el epicentro de este entorno urbano está el Teatro Guindalera, que toma prestado el nombre del propio barrio para unirlo a la más alta tradición teatral, la de Chéjov. La sala toma como espejo “El jardín de los cerezos” y ese gusto por el teatro cercano, y lo vincula al antiguo huerto de guindos que poblaba el barrio antes de su construcción.

El Teatro Guindalera tiene un mérito añadido al de otras salas madrileñas (y que sólo algunas comparten). Es un centro de teatro alternativo, sin duda, pero a su estilo. Las producciones son contemporáneas y pequeñas, y el número de butacas es limitado. Sin embargo, a sus organizadores les gusta revisitar a grandes clásicos del teatro moderno y contemporáneo. Se distingue así por montar producciones de Pinter, Chéjov o Friel.

Su mérito añadido, decía, es haber creado un público teatral asiduo en el propio barrio. Los espectadores saludan a la entrada a Teresa Valentín por su nombre, y ella responde amablemente. Uno de ellos dice que hoy no le acompaña su mujer porque está mala, y que repetirá otro día con ella.

Esta familiaridad de boticario que cuida de la salud de su clientela, es la que dispensa la familia Pastor en el Teatro Guindalera, y que sólo algunas salas teatrales escogidas son capaces de regalar a su público asiduo. Ni siquiera el más fiel espectador del Teatro Español o del Centro Dramático Nacional será capaz de encontrar ese cariño y respeto por el público que teatros como el Teatro Guindalera o el Teatro Pradillo son capaces de dar.

En otras palabras, el Teatro Guindalera no sólo oferta producciones teatrales interesantes (y que cualquier espectador madrileño está invitado a disfrutar), sino que contribuye al sostenimiento del espíritu de vecindario, a la labor educadora y de ocio de una colonia privilegiada que habita en un bonito barrio.

En estos días de mayo es posible ver en este teatro una pequeña joya sobre la vida y obra de la poetisa americana Emily Dickinson. “La bella de Amherst”, de William Luce, es una historia narrada por su protagonista, Emily Dickinson, en la que se representa parte de su biografía, mezclando textos y poemas propios. Este tipo de obra teatral tiene su equivalente en el “biopic” televisivo, género que suele despertar la curiosidad del espectador respecto a un determinado personaje histórico, en este caso Dickinson.

El montaje de Juan Pastor es sobrio y sencillo, construido sobre el trabajo de la única protagonista de la obra. María Pastor hace un trabajo actoral, tanto de memoria como de recitación, emotivo. Sus gestos son contenidos, como los que debía tener, por educación y contexto social, la propia Dickinson.

En una narración constante, y casi sin respiro, dirigida de manera continua al público de la sala, actriz y director han sabido modular las energías para mantener la atención de ese escurridizo aliado, que es el espectador.  Viendo a María Pastor haciendo suya a Dickinson, pensé en la María Moliner de Vicky Peña. Desde luego, para quien disfrutase de este último montaje, debe acudir al Teatro Guindalera a ver “La bella de Amherst”. El binomio “buena actriz – personaje interesante” funciona en las dos producciones con buen resultado.

Por cierto, la producción del Teatro Guindalera es parte de la Muestra Surge apoyada desde la Comunidad de Madrid para impulsar la escena “off” madrileña. Sus responsables explican el propósito de este programa:

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El “Teatro Alternativo” emerge con fuerza pero es crucial ponerlo en valor. Es esencial generar el relato de la identidad de un momento histórico decisivo para las tablas madrileñas que, acaso por difícil, enraíza en los rincones más insospechados de la región, generando escenarios insólitos y formas de gestionar los recursos, compartidos por los emblemáticos protagonistas del “Teatro Alternativo” que, como no podía ser de otra manera, incombustibles en el arte de reinventarse, funcionan como eje de esta auténtica transformación escénica y cultural.

Aparte, claro está, de adentrarse en la escena alternativa madrileña, animo desde este blog a hacer turismo teatral. Recomiendo acudir a conocer salas y teatros alejados de nuestro círculo de ocio habitual, y a pasearse por las calles aledañas antes de la representación. A tomar una caña en sus bares, comprar una novela en sus librerías y quizás disfrutar de los edificios singulares que atesoran estos barrios.

El Teatro Guindalera celebra diez años aportando cultura teatral a todos los madrileños. Pero lo que es más aplaudible, cumple diez años recetando Chéjov y licor de guindas a los vecinos de la Guindalera. ¡Qué suerte de vecindario!…

La clá

www.lacla.es

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Teatro Guindalera

http://www.teatroguindalera.com/

Muestra Surge Madrid:

http://www.madrid.org/surgemadrid/