Los Teatros del Canal, ya es un hecho, se han convertido en el centro neurálgico del teatro madrileño, apartando al mítico Teatro Español. En el entorno ideado por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg se suceden algunos de los estrenos más exitosos de la cartelera. Pero la identidad de los Teatros del Canal se basa en el acierto de combinar distintas artes escénicas. En su recinto la dramaturgia se codea al mismo nivel que la danza o los conciertos musicales.
Otro aspecto reseñable es la producción continuada de montajes de autores actuales. Hasta hace escasamente unos días triunfaba “Jugadores”, obra de Pau Miró que ha ensalzado al éxito la historia de cuatro perdedores. Y a mediados de octubre se estrenará “Las niñas no deben jugar al fútbol” de la también catalana Marta Buchaca. Merece, de verdad, la pena apostar por dramaturgos jóvenes y coetáneos, y descubrir lo que nos tienen que contar.
En “Jugadores” Pau Miró ha hecho una apuesta segura pero acertada. Cuatro tipos de distinto carácter y profesión se ven unidos por una única afición, el póker. La adrenalina que les produce el juego consigue mitigar sus míseras vidas. Jesús Castejón es un peluquero cornudo al borde del paro, resignado a soportar los engaños de su mujer casi por pura comodidad. Luis Bermejo es un tipo oscuro, un actor fracasado acosado por los vicios (entre los que se incluyen el alcohol y la cleptomanía). Gines García Millán es el personaje más tierno, aunque sus querencias no se quedan cortas. Es un empleado de funeraria, cliente habitual de una prostituta del este de la que se ha enamorado (aunque detrás de tan noble sentimiento se adivina cierta misoginia). Finalmente Miguel Rellán es el epicentro del drama. Interpreta a un profesor universitario a quien ni las matemáticas ni el póker han conseguido sacar de su vida modesta, demasiado anclada en los recuerdos familiares.
Este cuarteto de hombres de mediana edad respira mucho cine. La escenografía de Enric Planas, los trajes, la música, el movimiento en escena… están todos muy relacionados con la estética tarantiniana de “Reservoir Dogs”. También con un clásico del cine británico, “El quinteto de la muerte”. El acierto de “Jugadores” probablemente sea no ocultar estas referencias, jugar con ellas y hacer una trama directa, corta, bien planteada y con buen desenlace. Todos estos elementos se apuntalan sobre el trabajo de los cuatro actores que están redondos.
Mención especial a un trabajador incansable, Miguel Rellán, que es bueno en todo. Cine, teatro y televisión. Y que si algo se merece es un reconocimiento muy propio del largo oficio de actor, la medalla del mérito al trabajo. Mientras, él sigue currándoselo en las tablas.
“Jugadores” deja los Teatros del Canal, pero me da en la nariz que continuará gira. Debería hacerlo, porque es éxito asegurado, por sus actores, por la historia y por la estupenda escenografía.
La clá
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Teatros del Canal:
Imagen por cortesía de los Teatros del Canal.