Las mariposas de París. Café de las Artes Teatro. Casa de la Cultura de Navacerrada.

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Teatro también hay en los retiros vacacionales. Basta con acercarse al centro cultural local y descubrir los talleres, las exposiciones y los espectáculos que realizan. Suele ser un lugar ideal para completar el tiempo de diversión de los más pequeños, cuando casi no quedan fuerzas para una nueva excursión.

Para los que vivimos en Madrid, la sierra suele ser ese paraíso perdido que añoramos en la rutina diaria. Navacerrada es conocida por la naturaleza y su cuidado entorno. Y por no desmerecer, por la famosa carne de la sierra de Guadarrama. Los domingos, además, tiene mercado de pulgas en el que, de cuando en cuando, se descubre algún cachivache interesante.

La Casa de la Cultura de Navacerrada organiza exposiciones de artesanía y de arte y monta talleres de actividades para niños y adultos. Tiene una biblioteca muy completa, especialmente para lecturas estivales y para los pequeños. Y, por supuesto, también monta espectáculos teatrales.

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Por tercera vez, han invitado a la compañía santanderina “Café de las Artes Teatro”. En sábado de Semana Santa representaron “Las Mariposas de París”, un preciosista cuento con luces, sombras, marionetas, música, neblina y un sinfín de sorpresas.

Café de las Artes no sólo es una compañía con espectáculos en gira, sino que regenta su propio teatro en Santander, en el que además ofrecen cursos de circo y teatro. Su propulsora, Alicia Trueba, se formó en la escuela de Marcel Marceau en París, ciudad en la que vivió diez años. El teatro cuenta con el apoyo del gobierno local, y también de la entidad de gestión de artistas ejecutantes AIE.

Las Mariposas de París” cuenta la historia de un deshollinador que perezoso se despierta cada mañana para saltar entre los tejados parisinos para limpiar las chimeneas de la ciudad. Una noche acude a ver el espectáculo de una artista, bailarina y cantante, en el Folies Bergère. Al conocerse se enamoran y recorrerán juntos las alturas de la ciudad.

Este pequeño cuento se inspira en los juguetes Pollock, en la estética decadente, en la música de Édith Piaf, en acordeones y en los pequeños detalles. El escenario que espera al espectador es un conjunto de maletas. Se oye a un niño entre el público que dice “vaya, un montón de maletas, eso sí que nunca lo he visto…” en tono resabido. Los mayores sabemos que el teatro siempre encierra lo inesperado y que seguramente esas viejas maletas se transformen en algo, en cuanto comience el espectáculo.

Y así es. Las maletas se abren a una ciudad, París, que esconde una pequeña y triste historia. La escenografía, que la compañía ha tardado más de un año en montar, se basa en la estética vanguardista y en la confección artesanal. Hay un poco de “objet trouvé” y otro poco de casa de muñecas hecha a mano. Al fondo una tela hace de pantalla sobre la que, con un juego de luces, se proyectan las figuras, siguiendo la tradición del teatro de sombras.

Si tuviese que lamentar algo del estupendo teatro que se viene produciendo últimamente, sería la poca atención que se presta a la escenografía. Pero no lo hago en forma de reproche. Entre la crisis, la falta de inversión y la subida del I.V.A., los recortes se hacen notar en dos aspectos: en la elección de las piezas teatrales (mejor obras intimistas con poco reparto) y en la simplicidad de la escenografía. Una corriente forzada hacia los predicamentos de Peter Brook.

Por eso me admiro cuando de repente una producción apuesta decididamente por incorporar la escenografía al espectáculo. “The animals and the children took to the streets” de la compañía 1927 fue una gozada visual y “Las Mariposas de París” también lo es. El teatro infantil debería apostar decididamente por incorporar la imaginación de los textos, las canciones y los intérpretes a su vestuario y escenografía. Echo en falta en algunos espectáculos que pueden verse en Madrid esa creatividad y ese refinamiento estético que Café de las Artes sí posee.

Al finalizar el espectáculo de “Las Mariposas de París”, sus dos intérpretes, Alicia Trueba y Cristian Londoño, junto con Florencia Ávila, tuvieron el enorme detalle de mostrar a los niños los trucos de mago con los que construyen su teatro.

Recordé entonces al niño resabido. Y si esta crónica fuese un cuento terminaría con estas palabras suyas: “Vaya, unas maletas que se convierten en edificios de París, eso sí que nunca lo había visto”.

La clá

http://www.lacla.es

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Café de las Artes Teatro

http://www.cafedelasartesteatro.com/

Ayuntamiento de Navacerra

http://www.aytonavacerrada.org/

Imágenes por cortesía de Café de las Artes Teatro.