Se acerca una señora de mediana edad a la taquilla. Pide una entrada para la primera película que empiece. “Señora, ésto no es una sala de cine, sino de teatro”. “Pero en la cartelera dice que aquí ponen películas.” El taquillero explica que antes era un cine, pero que ahora es una sala de teatro. La mujer insiste, “¿pero no es éste el Palafox?…”
Una vez narrada la anécdota, los confundidos y despistados deben saber que las multi salas de cine Luchana han desaparecido. Ni siquiera la apuesta por el cine más indie salvó a estas salas del destino de muchas otras: su quiebra y cierre. Pero, por una vez, como han alardeado los nuevos promotores (entre ellos Fran Perea), un espacio cultural cierra para abrir otro con un nuevo destino.
La estética del recinto de los nuevos Teatros Luchana tiene un aire de nave industrial (muy a la moda). Parece que se han conservado las butacas en las salas y en varias esquinas se han colocado los antiguos proyectores de bobinas de cine. La entrada es una gran barra de bar, donde se puede comer o tomar algo.
Los Teatros Luchana no son sólo teatro, sino que pretender hacer rentable la experiencia teatral ofreciendo copas y algo de picar. Además, se combinan actividades de todo tipo. Este verano se ofrecen campamentos de verano, pero intuyo que a partir de otoño se podrán organizar eventos de empresa, presentaciones y lo que se tercie. De momento, de jueves a domingo hay cuatro salas que programan distintas propuestas escénicas. Sobre todo populares: stand up comedy, magia y cabaret, pero se apuesta también por proyectos residentes.
La impresión es que los impulsores de Teatros Luchana han querido subir el listón por el que venían apostando salas más tradicionales de la capital. Los asiduos al Teatro Alfil (centro neurálgico de la comedia), conocen que empezó siendo una sala pequeña llena de butacas. Ahora la mitad de ellas han sido sustituidas por mesas redondas en las que poder tomarse una copa o una cerveza, más al estilo de la sala Galileo Galilei o Clamores.
Otro ejemplo de espacio reconvertido es la discoteca Joy Eslava. El teatro Eslava pasó a ser discoteca tras el incendio y en las últimas décadas ha recuperado parte de su tradición escénica con conciertos y otros espectáculos. Ya consolidada es la unión con el canal televisivo Paramount Comedy para la puesta en escena de espectáculos de comedia.
Vamos con otro. El nuevo espacio Platea en la plaza de Colón opta por el placer culinario. Las butacas del antiguo cine Carlos III han sido sustituidas por multitud de espacios gourmet.
La propuesta de los Teatros Luchana va un poco en línea de los anteriores. Se persigue transformar un centro emblemático para ofrecer entretenimiento y un espacio de encuentro social. Han abierto a finales de primavera y probablemente el despegue de este nueva propuesta se produzca en otoño, con la nueva temporada cultural. Aún así, en estos días calurosos, los Teatros Luchana ofrecen el atractivo añadido de ser un local casi diáfano y con buena climatización.
Algunas recomendaciones para completar la iniciativa. Para incentivar el reclamo “visite nuestro bar”, se podrían ofrecer combinados de entrada + consumición. En cuanto a la cartelera, hay unos folletos cuidadosamente editados, pero la oferta es un poco dispersa para el espectador. Se solucionaría rápido con unas pantallas digitales que informen de la cartelera del día y de las horas de comienzo (a la usanza de los antiguos cines).
Y una sugerencia que creo que debería practicarse cada vez más en cualquier establecimiento de gran ciudad: el espíritu “buen rollista” de Starbucks. La taquilla de un espacio como éste es la recepción del hotel. Camaradería y simpatía son cualidades que invitan a volver a cualquier sitio. Lo decía la canción del opening de la serie de televisión Cheers: “… sometimes you wanna go… where everybody knows your name… and they´re always glad you came (…)”.
Sobre maneras y actitud tratan en parte las reflexiones del cómico Manuel Burque contadas en “Superman también se toca”, monólogo sobre las miserias cotidianas. Manuel Burque engaña al inicio como un tipo sin chispa ni presencia, con un punto un tanto principiante, pero es todo lo contrario. Es un buen cómico que, en algunos tercios, cae en los pecados de sus compatriotas de butaca y micrófono: un exceso de chistes sobre sexo, que se convierten en lugares comunes de la risa. El monólogo de Burque tiene momentos realmente hilarantes (como el “plaf” por cada persona que se cuela en una tienda o que bloquea la salida del metro), y aguantaría más (y mejor) sin las coletillas típicas de cómico treintañero. Estupenda también su reflexión sobre la razón de ser del inodoro.
La comedia tiene pinta de que se asentará en los Teatros Luchana, como también la programación infantil en sesión vespertina. Felicidades a los promotores por esta apuesta de ocio. Muchos éxitos.
La clá
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Teatros Luchana
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Imagen del cartel por cortesía de los Teatros Luchana