El Festival de Otoño a Primavera tiene el gusto de haber extendido una nueva invitación a la compañía británica 1927. Visitaron Madrid en 2013 y dejaron al público boquiabierto con su espectáculo “The animals and the children took to the streets”.
La propuesta artística permanece inalterada. Sus producciones se cimentan sobre una puesta en escena milimetrada, en la que la escenografía y los elementos visuales adquieren el protagonismo absoluto. El espectáculo surge como un cuento narrativo que se desarrolla de forma parecida a una película del director francés Georges Méliès. La voz en off suele tener más presencia incluso que la de los actores, que se mueven en el género de lo mímico.
1927 también destaca por ser una compañía que añora y venera un pasado estético, el de las vanguardias, y que en su puesta en escena digital opta por rememorar el arte de principios del siglo XX con proyecciones digitales y trajes a medida.
En la obra “Golem”, 1927 ha querido hacer una crítica de la evolución tecnológica. En un mundo actual poblado de televisiones y números binarios (0-1-0-0-0-1-1), los protagonistas son seres aislados con claras dificultades para socializar. Robert, trabajador en una empresa que realiza backs-up para empresas de backs-up, adquiere en una tienda de artilugios a un extraño humanoide, Golem, que transformará su vida familiar, social y profesional.
Golem obedece la voz de su dueño, pero como en los mejores cuentos de terror de ciencia ficción, la criatura acaba adquiriendo conciencia propia. Mary Shelley y su novela “Frankenstein”, Fritz Lang y la película “Metrópolis” o Isaac Asimov y sus historias sobre “Yo, Robot”, son la fuente de inspiración de este cuento moderno.
Golem es una criatura de barro que habla como el personaje de la serie infantil Muzzy. Pronto irá evolucionando y progresando hasta una versión 3.0.
Lo mejor de la producción 1927, aparte de su insuperable escenografía, es la crítica soterrada hacia la adoración de tótems modernos como son el iphone o las redes sociales. También alerta sobre el futuro incierto que nos depara un mundo interconectado en el que los objetos se comunicarán con nosotros en nuestros espacios diarios.
Uno de los momentos más punzantes es el monólogo en que una aspirante se presenta a sí misma en una entrevista de trabajo. Trabajo mal en entornos multiculturales y exigentes, carezco de ambiciones, no considero que sea líder en nada, no me gusta superarme… son los titulares de un discurso que ridiculiza, por contraposición, lo que se espera defienda el trabajador moderno en el siglo XXI.
A diferencia del anterior espectáculo visto en Madrid, Golem no logra hilvanar del todo la historia que a ratos sufre de ciertos pasajes prescindibles. Es en esos momentos cuando el espectador deja de disfrutar de la historia y se centra en admirar la escenografía. Quizás una buena opción sería convertir a Golem en un musical, algo a lo que a ratos parece aspirar.

Trajes diseñados por Stepanova a principios del siglo XX e inspiradores del vestuario de 1927.
En conjunto, y dada la parquedad estética que sufre el teatro actual, no queda por menos que alabar la maravillosa escenografía y visuales que 1927 pone en escena. Su admiración al constructivismo ruso, y en particular a la artista Varvara Stépanova y al fotógrafo Alexander Rodchenko se hace visible en cada espectáculo. En Golem el homenaje se amplía, incluyendo al surrealista Max Ernst y las animaciones del Flying Circus de Monty Python.
La clá
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Teatros del Canal
1927
Imágenes:
Imágenes por cortesía del Festival de Otoño a Primavera. © Bernhard Mueller