Les liaisons dangereuses. National Theatre Live. Cines Ideal.

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Del conjunto de producciones de teatro británicas vistas en cine a través de la iniciativa “National Theatre Live”, “Les liaisons dangereuses” sea quizás la más cinematográfica de todas. Seguramente no resulte, de entrada, un hecho notorio, y sin embargo los es.

El teatro es un medio totalmente diferente al cine. Filmar en directo una pieza de teatro (aunque luego se realice una cuidada edición y montaje), es una osadía absoluta para una producción audiovisual. Son conocidos en la historia del cine los largos “travelling” grabados en una sóla toma, casi como una hazaña épica.

La maravilla del teatro es que no hay cortes ni repeticiones de escena. Lo que ves es lo que hay. Por otro lado el teatro está hecho (en general) para disfrute del público asentado en esa “cuarta pared” imaginaria. Es decir, los actores hablan de frente y proyectan sus gestos hacia la audiencia.

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En cuanto a la escenografía, ésta es capaz de producir todo tipo de efectos. El escenario es, en ocasiones, una recreación real de una estancia y, en otras, una noria que se transforma a medida que avanza la acción dramática. En todo caso, y a salvo de ciertos trucos de magia, no hay grandes efectos especiales ni múltiples localizaciones como ocurre con el cine.

Con todos estos condicionantes es difícil que el teatro se convierta en una pieza audiovisual especialmente atractiva. Los que corremos a ver las obras de National Theatre Live lo hacemos por su enorme calidad técnica, y por el oscuro deseo de palpar lo que se está montando en escenarios como Londres.

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Con “Les liaisons dangereuses” se puede decir no sólo que es una buena pieza teatral, sino también una producción que casi tiene tintes de serie de televisión. El montaje audiovisual tiene una calidad fílmica tan alta que en ocasiones había que pellizcarse para recordar que se trata de una grabación de una pieza teatral en directo.

Lo atribuyo a varias cualidades. Las dos primeras, la buena adaptación dramática de Christopher Hampton de la novela de 1782 de Pierre Ambroise François Choderlos de Laclos, y el buen ritmo escénico imprimido por la directora Josie Rourke.

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La siguiente, el enorme atractivo interpretativo y físico de los intérpretes (Elaine Cassidy, Janet McTeer y Dominic West). Hay maravillosos actores de teatro que, todos sabemos, no traspiran el mismo carisma en cámara. En este caso, la Marquesa de Merteuil (McTeer) y el Vizconde de Valmont (West) hacen una representación absolutamente magnética. McTeer tiene una voz grave hipnotizadora, que acompaña de elegantes y sibilinos gestos, haciéndola una perfecta embaucadora. Dominic West destaca por su enorme sensualidad y por ese toque entre natural y cómico que siempre da a sus personajes.

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Una escena de la película «Barry Lyndon», de gran parecido estilístico.

 

La última cualidad viene dada por la escenografía y la vestimenta de Tom Scutt y la iluminación de Mark Henderson. El montaje tiene unas tonalidades rosáceas y marrones, acompañada de una iluminación intimista de candelabros, que hace que mucho se asemeje a la película “Barry Lydon” de Stanley Kubrick.

La producción se ha venido representando en el Donmar Warehouse, un reducido espacio escénico situado en pleno West End, en el corazón de Covent Garden. La última función fue en febrero de este año y sólo unos días después se proyectó en los cines Ideal en Madrid. No se puede estar más a la última.

La clá

www.lacla.es

 

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National Theatre Live

http://ntlive.nationaltheatre.org.uk/

Imágenes de la obra por cortesía de National Theatre Live. Imagen de la película Barry Lyndon, Warner Bros / Hawk Films.