Los Teatros Luchana inauguran temporada teatral con un espectáculo ácido sobre esa carrera hacia el infinito que ha emprendido la sociedad urbana. Trabajamos y corremos. Los mejores van más allá y se hacen «hombres de hierro«. En los ochenta el amor hacia lo deportivo lo monopolizaban los yupis pero el nuevo milenio ha traído la democratización laboral. Todos con zapatillas de color fosforito y enfundados en Nike.
El tema es un filón porque permite atacarlo todo, empezando por la familia y acabando por el entorno laboral. Y la realidad es que hay algo de esquizofrenia en ésto del running. Como cualquier fenómeno viral tiene sus estrellas, que no son los atletas, sino políticos y grandes ejecutivos que sin el barniz de perfección de los deportistas profesionales han mostrado que hasta los tipos de complexión normal pueden ser grandes corredores.
Karina Garantivá es la autora de un texto dramático que tiene bien tejida la trama. Marcos, un cincuentón barrigudo, decide ir al gimnasio de la urbanización del extra radio, Ciudad Deportiva, en el que entrena desde hace tiempo su mujer, Mary. Comenzado el entrenamiento, Marcos se empeña en correr una maratón con la ayuda de una jovencísima Laura. A partir de ahí se empieza a desvelar cómo la mujer anda liada con el entrenador. Por su lado la segunda entrenadora sufre un ataque de celos profesionales.
Aunque ideada en un tono cómico, la pieza necesita declinarse entre el drama y la comedia. Y puestos a elegir, necesitaría más refuerzo del lado paródico porque casi todo el peso recae sobre el actor Janfri Topera. A favor está la combinación intercalada de los ejercicios gimnásticos con los diálogos y monólogos, con una coreografía divertida y bien marcada. Ahí se nota la mano del director Ernesto Caballero, que ha sabido exprimir el material.
Como definición, “Runners” es una comedia pasajera con cierta frescura que exprime un fenómeno social y urbanita hasta la parodia.
La clá
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