Houdini fue uno esos personajes de la vida pública que continúa causando fascinación porque representa, en muchos aspectos, el signo de una época y materializa la transición entre dos siglos.
Nacido en 1874, el ilusionista trabajó en barracas circenses como contorsionista para ir poco a poco ganando una popularidad que le llevaría a ser una sensación popular. De enorme fortaleza y elasticidad física, Houdini acaparó el ideal de principios de siglo. Su origen emigrante y su condición de hombre hecho a sí mismo realza el contexto de una época y la tierra de oportunidades que mostraría ser ese «Nuevo Mundo» que era Estados Unidos.
Con una fuerte disciplina deportista, el mago americano (de origen húngaro) fue conocido por ser capaz de liberarse de pesados grilletes y esposas, salir de tanques de agua o desasirse de una camisa de fuerza.
Sus espectáculos generaron gran expectación, y fue uno de esos artistas que aprendieron pronto a usar los medios de comunicación para publicitar sus números. Y para realzar la expectación, Houdini orquestó grandes proezas en lugares abiertos, acercándose con ello a ciudadanos de calle, y manipulando (como lo haría con sus trucos) la atención del público.
Sólo los grandes de la época tuvieron acceso a un nuevo medio que cambiaría la forma de sentir y vivir espectáculos: el cinematógrafo. Houdini comenzó grabando sus números en películas cortas en torno a 1906, y a medida que el medio fue evolucionando, llegó también a protagonizar largos y películas, e incluso a constituir su propia productora.
La exposición de la Fundación Telefónica, comisariada por María Santoyo y Miguel Ángel Delgado, homenajea al mago e ilusionista recreando su entorno y mostrando el contexto en que desarrolló su arte escénico. La muestra comienza con carteles originales y cajas de magia de la época. En una de las pantallas se proyecta la película Freaks (1935) de Tod Browning, en la que una compañía circense exhibe como parte de su espectáculo a personas que sufrían deformidades. La película, largamente censurada y que en su día vi en ese lugar escondido que es el Pequeño Cine Estudio en Madrid, mostraba una América en la que los espectáculos de variedades giraban en medios rurales mostrando lo extraordinario. La productora HBO estrenó en el año 2003 una serie imprescindible, Carnivàle, que muestra ese choque entre lo rural y lo urbano, lo fantástico y lo científico, que es lo que representó el ilusionista Houdini en la época y las compañías circenses en las que comenzó.
La muestra de Fundación Telefónica continúa exhibiendo un gimnasio de la época e imágenes de los grandes números escénicos de Houdini, así como materiales ópticos que explican la ilusión que determinadas imágenes generan a nuestros sentidos.
Finaliza con referencias a los años en que Houdini, amante de lo científico, lo empírico y lo físico, dedicó a combatir el espiritismo en boga. Finalizado el conflicto bélico en Europa, se iniciaron los años veinte con un optimismo desbordante. Es en esos años cuando Houdini dedica parte de sus esfuerzos a desenmascarar a falsos espiritistas, llegándose a enfrentar con su otrora amigo, el escritor Sir Arthur Conan Doyle. Se producía, en esos años, un nuevo choque social entre, por un lado, la larga tradición esotérica y, por otro, las nuevas creencias empíricas, reflejadas en el poder del hombre y de la máquina.
La exposición de Houdini viene acompañada de numerosas actividades y estará en exhibición hasta mayo. Imprescindible para entender la fascinación que generó este ilusionista, de origen húngaro, en un país, Estados Unidos, que comenzó a cimentar en esos años su rol hegemónico.
La clá
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Fundación Telefónica. Houdini
https://espacio.fundaciontelefonica.com/evento/houdini-las-leyes-del-asombro/