El director teatral británico, Peter Brook, cumplió hace unos días la friolera de 93 años. Está en activo estrenando montajes en el Théâtre des Bouffes du Nord. Y también continúa con sus ensayos sobre el teatro. En 2017 publicaba “Tip of the tongue. Reflections on Language and meaning”, un libro cortito en el que Brook entra en una conversación informal con el lector, saltando un poco de anécdota en anécdota y deteniéndose en algunos de sus conocidos postulados.
Bajo el pretexto de los equívocos que se producen en el uso del idioma (recuerden que Brook es un británico residente en París desde, más menos, mayo del ´68), este hombre de teatro habla de la necesidad de las palabras, camino que conduce irremediablemente a Shakespeare (“words, words, words”… decía el príncipe danés). Para Brook, las palabras son herramientas del día a día, tan necesarias como una silla o una mesa.
A su llegada a Francia, y con la andadura de su centro de investigaciones teatrales, Peter Brook se topó con las complejidades de montar a Shakespeare con actores no nativos. Mientras que ciertas interpretaciones hacían crecer las palabras del dramaturgo inglés por excelencia, otras se topaban con la diferencia cultural. Los franceses (como los españoles, por cierto) son de hablar rápido y en ellos el pensamiento precede al sentido de la frase. Brook tuvo que enseñar a los nuevos intérpretes nativos a frenar el ritmo de sus declamaciones.
Episodio aparte es el recuerdo del método de trabajo de algunos actores, entre ellos Laurence Olivier. Cuenta Brook en su libro que el actor usaba el trayecto en tren desde Brighton para trabajar las expresiones de la cara, haciendo muecas escondido entre su ejemplar del periódico The Times. El resultado, una interpretación exacta y metódica. En el lado opuesto, Brook nos habla de otro actor inglés, menos conocido, Paul Scofield, con el que dirigió El rey Lear (1971) en su adaptación cinematográfica y su producción teatral. Scofield (según Brook, uno de los mejores actores que ha conocido) tenía una forma de trabajar peculiar que lo llevaba a convertirse en los personajes (dejando a un lado la caracterización). El resultado es que jamás interpretaba igual pasajes como “never, never, never, never, never” de Lear.
Por supuesto, el libro dedica una parte importante a revisitar el concepto de espacio vacío. Esta opción escénica nació, cuenta Peter Brook, no como fin en sí mismo, sino para acentuar la importancia del trabajo actoral y la riqueza de sus palabras y de su presencia. Llevándolo al extremo, la máxima expresión de vacío es el silencio que se crea como vínculo entre intérpretes y público. En excepcionales ocasiones el silencio es tan fuerte que se convierte en un silencio repleto de vida.
Tip of the tongue es un libro grato de leer salpicado de anécdotas y vivencias de Peter Brook. Está publicado por la editorial Nick Hern Books, especializada en artes escénicas.
La clá
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Nick Hern Books