Acudir, aprovechando la tregua al calor de julio, a la inauguración de un centro artístico público y toparse con un maravilloso parque histórico, es de esas sorpresas que a veces depara la ciudad.
El Parque de la Quinta de los Molinos es una joya enclavada en la parte alta de la calle Alcalá, junto al metro Suances. No es (como el Parque del Capricho) un jardín dieciochesco, aunque el origen del suelo sí proviene de títulos nobiliarios. A principios del siglo XX, el conde de Torrearias cedió el terreno al ingeniero y arquitecto César Cort Botí, en pago por construirle un palacio en la calle Martínez Campos.
Cort, que fue miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, concejal del Ayuntamiento de Madrid y, sobre todo, un reputado urbanista, se permitió desarrollar parte de sus postulados en el espacio obtenido. Plantó numerosas variedades de árboles, en particular almendros, que convierten al parque en un bellísimo espectáculo en primavera. Como excentricidad, el ingeniero colocó en su finca unos molinos de viento traídos de Michigan (Estados Unidos), de los que la propiedad tomó finalmente el nombre, Quinta de los Molinos. En el interior de este espacio verde en pleno centro urbano, se enclava la casa palacio, construida en 1925 al estilo del palacio Stoclet de Joseph Hoffman en Bruselas y que hoy se considera como exponente de la arquitectura pre-racionalista madrileña.
El espacio, gestionado desde hace años por el Ayuntamiento de Madrid, ha tenido usos dispares, entre ellos centro social o incluso posible sede para la candidatura olímpica de Madrid.
En el mes de julio se inauguraba Espacio Abierto, una apuesta decidida por la reconversión de este espacio en un centro cultural que atrape la vida de la zona. Dirigido especialmente a niños y jóvenes, la programación del centro estará abierta a propuestas multidisciplinares. De momento, el palacete alberga una Urbanoteca, el espacio #PlayQuinta y un café jardín. El centro sigue así una propuesta dinamizadora similar a la de espacios de referencia como El Matadero de Legazpi o La Casa Encendida en Atocha.
Para la inauguración, Espacio Abierto quiso contar con una propuesta escénica dirigida a niños, pero con aires de universo mágico. Se trata del espectáculo Los Irreales, de la compañía teatral francesa Creature. A medio camino entre la instalación y la performance, esta propuesta muestra distintos habitáculos o caravanas habitados por personajes travestidos de animales. Como salidos de una chistera mágica, estos seres habitan en unos espacios vestidos como sus personajes, y repiten sucesivamente gestos y movimientos, sin articular palabra alguna. Son una representación alegórica de temores y sentimientos. Sus nombres son La Arrulladora de Infancia, La Lavandera de Desdichas, El Pescador de Esperanza, El Soñador de Amigos Imaginarios, El Marmitón de Pasiones, El cazador de terrores. Este espectáculo de aires victorianos (rico visualmente y con un punto inquietante), fue premio FETEN 2018 como Mejor Espectáculo en espacio no convencional.
La clá
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Compañía Creature
Imágenes cortesía de Espacio Abierto y Compañía Creature.