El Chico de la Última Fila. Teatro María Guerrero.

La última fila de clase está hoy reservada para los chavales que van bien durante el curso. Antes no necesariamente era así, y el fondo era para los callados y tranquilos. Los agitadores, desde luego, acababan colocados por orden del profesor en las primeras filas, para atender y no distraer a la audiencia. Las clases eran entonces más grandes (yo estudié en una de 40 alumnos), y fue un milagro que saliésemos con una mínima pátina de conocimiento. Ni la disciplina férrea (clases de atril, sin participación), ni nuestro escaso interés por nada favorecieron el entusiasmo. Y eso que hubo profesores estupendos.

La lección de vida que extraje de aquellos años todavía me sirve. El éxito sostenido tiene mucho que ver con la normalidad. Dicho en lenguaje estudiantil, con ser uno más en clase. Con tener una conducta y unas notas que se encuadran en el “progresa adecuadamente”. Esa alienación casi militar favorece que te aguanten y que te lleves medio bien contigo mismo.

Juan Mayorga, autor que me aventuro a decir se siente, por encima de muchas otras cosas, pedagogo, estrenó en el año 2006 su obra más representada y adaptada internacionalmente, El chico de la última fila. Vi la obra en su día en la Sala Cuarta Pared, en un montaje sencillo y cercano, del que recuerdo vivamente la sensación de aislamiento en el aula, y la presencia de un alumno tímido y su profesor.

Este otoño teatral Andrés Lima montó la obra en el Teatro María Guerrero con nuevo reparto respecto a su reciente montaje en Barcelona. Si en 2019 triunfaba en la Sala Beckett de Barcelona (me quedé sin entradas, qué se le va a hacer), en su reestreno en Madrid Lima tiró de primeras espadas de Animalario. El elenco para la producción madrileña lo formaron Guillem Barbosa (Claudio), Pilar Castro (Ester), Arnau Comas (Rafa), Natalie Pinot (Juana), Alberto San Juan (Germán) y Guillermo Toledo (Rafa padre). Sólo los jóvenes (Babosa y Comas) repetían de aquella versión catalana.

Desde que vi el que sería para mi el primer montaje en Sala Cuarta Pared, me he reencontrado con la obra en su versión literaria (ya saben que La Uña Rota y Mayorga desde hace años son pareja editorial) y con la película francesa de François Ozon, En la casa, que introdujo un nivel acentuado de desasosiego a la historia original.

La versión de Andrés Lima, si acompañasen los tiempos, sería una pieza redonda para dejar fijada en cartelera durante al menos una temporada entera. Me recuerda, en su mirada, a montajes de Yasmina Reza y otros autores teatrales que se aposentan en la programación durante un tiempo. El Teatro Marquina fue durante años el equivalente madrileño donde se acomodaron obras como Arte o El método Gronholm. En esa estela se mueve la producción de Lima, con un reparto perfectamente sintonizado.

Los personajes de Juan Mayorga en esta pieza me vienen sorprendiendo por su ductilidad a la mirada del director. El chaval de la Sala Cuarta Pared, el de la película de Ozon y el de Lima son entre sí tipos diferentes. El primero que vi es el que más se parece a mi imaginario. Un chaval adolescente, tímido y que se va desplegando lentamente. El de Ozon tenía un punto sutilmente diabólico. El de Lima, interpretado por Guillem Barbosa es una actualización de un joven del siglo XXI. Barbosa tiene unas dotes interpretativas que pasman por su naturalidad y capacidad de proyección. A su chico de la última fila le da un empaque de joven que se siente cómodo consigo mismo, y al que apenas se le nota el texto, que brota con absoluta fluidez por su boca. Echo en falta en Lima la capacidad de domar el talento rebosante de Barbosa, y de apaciguar su enorme presencia y vitalidad. El personaje necesita un poco más de pátina gris de normalidad, y cierto misterio en sus acciones. Nos deslumbra desde el principio, y quizás debería ser ligeramente más progresivo.

Alberto San Juan construye a un profesor que encaja como una horma con su propuesta. Es atractivo, a ratos pedante, a ratos aburrido, y siempre con un tono ejemplarizante. Podría ser un tipo mayor, o incluso más joven, lo importante es ver en este profesor cierto tedio interrumpido por un chaval desconcertante. La pieza de Lima sin duda alcanza los momentos más interesantes cuando entre en escena un Alberto San Juan perfectamente medido, tanto en las conversaciones con el chaval, como con su mujer. Me gusta mucho Natalie Pinot en su papel de esposa y galerista. Introduce en su tonalidad un toque de jovialidad que hace de menta fresca entre graves pasajes.

El matrimonio espiado lo forman Pilar Castro y Guillermo Toledo. A Toledo le han enfundado los característicos pantalones caqui y camisa azul, que son el uniforme casual de todo buen ejecutivo madrileño. No puede renunciar Guillermo Toledo a su mayor dote, que es el humor, pero lo hace bien balanceado para que su marido burgués no acabe reducido a caricatura. Pilar Castro está simplemente perfecta como la aburrida y atractiva ama de hogar, que dedica sus tiempos a los retales y cambios de cortinas. En sus gestos y en su presencia hay un hieratismo que se confunde con atractivo, y que Pilar Castro sabe dúctilmente convertir en vacuidad. En un papel secundario, pugilístico, sorprende un interesantísimo Arnau Comas que llegará al final con varios momentos claves.

En la propuesta artística, el piso y el aula tienen también sabores de éxito comercial. La escena se levanta con una visión diáfana, con una cortina que sirve para el cambio de estancias y unos enormes focos de luz. Es una propuesta blanca, como la visión de su director sobre la obra. Lima se enfoca en la subtrama, en el interés de Mayorga por contar el proceso creativo del escritor que va moldeando los personajes y la historia a su antojo. Pivota, en definitiva, sobre el profesor y sobre un Alberto San Juan que se hace con el protagonismo de esta versión.

Pena que no haya tenido continuidad en otro teatro, porque daría para disfrutar del éxito unas semanas más.

La clá

www.lacla.es

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Centro Dramático Nacional.

PROGRAMACIÓN – Centro Dramático Nacional (mcu.es)

Imágenes cortesía del CDN.

La Uña Rota:

El chico de la última fila | La uÑa RoTa (larota.es)