
Pocas veces, confieso, he repetido espectáculo. El teatro está para vivirlo en el acto. Su propia esencia es la transición y la efimeridad. En el lado opuesto está el deseo legítimo de atrapar el instante, y quedarse en el momento de deleite. Lo que Goethe plasmó en su Fausto con precisa poesía dramática: “Detente, instante, eres tan bello”. El teatro tiene esa magia, ese poder embriagador de transportarte a un mundo de fantasía e ilusión. En esa persecución de lo efímero, confieso una de las pocas obras en que no he podido resistirme a repetir, y lo hubiera hecho enésimas veces, si no fuera porque Mario Gas agotó pronto entradas con su reposición del montaje de Sweeney Todd en la temporada teatral 2008 del Teatro Español.
Este fin de semana nos hemos levantado con la triste noticia de que Stephen Sondheim ha fallecido a los 91 años. Hasta en eso del morir supo elegir un momento apropiado, lo hizo justo tras fiesta de Thanksgiving, que es esa época del año en que los americanos se reúnen y dan gracias por lo que tienen. Menudo exeunt dramático.
Stephen Sondheim (1930 – 2021) entró en nuestras casas en la versión cinematográfica de West Side Story, el famoso musical cuya magia se atribuye al compositor Leonard Bernstein (1918 – 1990). Un jovencísimo Sondheim (gastaba 27 años por aquel entonces), participó en la gesta creativa, componiendo las letras de los temas musicales del archiconocido musical.
Ahora bien, al Sondheim absoluto, es decir, al libretista y compositor musical me aventuro a decir que lo hemos conocido muchos aquí, gracias al director teatral Mario Gas. Me perdí la alabada adaptación de Golfus de Roma en 1993 para el Festival de Mérida que encumbró a Javier Gurruchaga en este dislate cómico sobre la antigua Roma. También el primer montaje de Sweeney Todd en 1995 y el segundo de 1998, pero a la tercera fue la vencida, y pude disfrutar de aquel icónico montaje en 2008 con Joan Crosas en el papel de barbero y la enorme Vicky Peña en el de pastelera. La gran dama del teatro arrasó con premios por aquella actuación, y en el 2009 le llegó incluso el Premio Nacional de Teatro.
Sondheim estrenó en Broadway en 1979 esta opereta negra basada en una pieza de teatro popular, con Angela Lansbury y Len Cariou en sus papeles protagonistas. La historia del sanguinario barbero de Fleet Street se fue conociendo gracias a la tradición popular. Inspiró un cuento de terror en 1846, y su primera adaptación dramática se debe a George Dibden. A partir de entonces tuvo enorme éxito popular representándose en teatros modestos para públicos populares en lo que se llamaban representaciones “garfio” (gaffs) o “bañeras de sangre” (blood tubs), en referencia al argumento sanguinolento de este tipo de piezas teatrales. Sondheim dio rienda suelta a su imaginación, tenebrismo y comicidad en esta pieza fundamental del teatro musical.
Disfruté, por partida doble, de esta opereta negra en su montaje de 2008 en el Teatro Español. Recuerdo con viveza la grandiosidad del montaje con orquesta en directo (12 músicos), músicos vocales (12 cantantes, entre sopranos, tenores, etc.) y el equipo actoral (11 intérpretes principales). La escenografía era la propia de cualquier musical londinense, con efectos especiales y un vestuario absoluto. La experiencia fue apoteósica.

En 2012 Gas volvió a darnos una nueva gran alegría a la afición montando otro icono del teatro musical de Sondheim. En este caso el archiconocido Follies, aventurando a Carlos Hipólito a practicar el género del teatro musical. Desde entonces el actor no se ha apeado del canto. De nuevo, un elenco relumbrón y un ensemble generoso de bailarines y coro. Repitió Vicky Peña, y la cantante Massiel protagonizó también el musical, con un fabuloso histrionismo.
Sin duda, Stephen Sondheim elevó el género a la primera categoría. Así lo recuerdan hoy otros reputados compositores, como Andrew Lloyd Webber. Permítanme la osadía, pero puestos a pedir, añoro un nuevo Sweeney Todd de Mario Gas a lo grande, en el Teatro Español o incluso en algún templo del género musical, como el Teatro de la Zarzuela. Los derechos los gestiona MTI Shows (Music Theatre International) desde hace más de cuarenta años. No tengo imaginación para encontrar una nueva Mrs. Lovett, pero navaja en mano veo a un primer figura, Israel Elejalde, que le daría esa mezcla de negro humor y retranca al barbero diabólico de la calle Fleet … Street.
Y mientras tanto, no olviden que tenemos obra en cartel de Sondheim, Golfus de Roma sigue en el Teatro La Latina. Larga vida en nuestros teatros al maestro.
La clá
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Una imagen de Sweeney Todd. © Ros Ribas.
Fotografía de los programas originales del Teatro Español.