
El Teatro Marquina ha exportado La función que sale mal, montaje que funcionó de maravilla en La Latina y que sigue haciéndolo ahora en la calle Prim.
La obra es una pieza de la compañía británica Mischief Theatre y arrasó en los premios británicos del teatro, los Olivier, en el año 2016. A Mischief pude verlos en otra de sus producciones, The comedy about a bank robbery, en el King´s Theatre de Edimburgo. Viendo el tipo de teatro que practican es fácil desgranar la fórmula de éxito comercial. Ahora bien, por sencillo que parezca recurrir a gags previsibles y a un humor blanco que lleva practicándose desde tiempos inmemorables, la tarea no es fácil, porque el público varía, y los humores, ya se sabe, son cambiantes.
La fórmula consiste en una historia de enredos en formato “slap comedy”. Tomen, como ejemplo, alguna de las más aclamadas piezas de Jardiel Poncela. Aquí lo importante no es crear la madeja de nudos, sino desenredarla, y hacer que un infortunio en un lado del escenario y de la función, quede resuelto más tarde. Son producciones ricas en actores sobre escena, lo cual es siempre de agradecer. La escenografía es aparentemente sencilla, tan pintoresca que podría ser de función escolar, pero no hay que desdeñarla, porque cada elemento de utilería cumple su labor y guarda algunos secretos, y puertas, ventanas y muebles deben aguantar todo tipo de mamporros, función tras función. Lo increíble es que todo vuelva al estado natural una vez se baja el telón.
El humor es algo indescifrable, porque evoluciona, madura, y está muy ligado a quien se dirige. En época de móviles, Instagram, Twitter, Facebook, etc. resulta increíble que el humor clásico, el de malentendidos, sopapos, tontadas, y bromas que se ven venir, siga funcionando de manera tan elocuente. Y el truco quizás esté en la maestría de su ejecución. La función que sale mal es, por encima de todo, una obra perfectamente coreografiada y ejecutada.
La gracia viene de un argumento muy sencillo: estamos ante una obra de teatro en vivo que sale desastrosamente mal. Se juega con la fórmula de “teatro dentro del teatro” para hacer un alegato sobre la importancia de un oficio, el teatral, que requiere de mucha técnica y talento.
Los objetos no están en el lugar que deben estar, las entradas y salidas se salen de madre, las puertas no abren, y los actores se olvidan de su texto, o hacen de muertos muy vivos. La producción escénica de la versión española es del equipo de Mischief Theatre que está claro no quiere que su “franquicia” se desmadre demasiado. Sean Turner ha dirigido la producción española y, en su adaptación ha tenido a bien hacer algún guiño local, con referencias a José Luis Perales, o acentos sureños más marcados.
El elenco del Teatro Marquina está formado por: Adrià Olay, el desastroso inspector, Víctor de las Heras, Robert, Carla Postigo, la resultona Sandra, Agustín Oton, el disléxico mayordomo Dennis, Aránzazu Zárate, la chisposa Annie, Ángel Saavedra, Trevor, David Ávila, Max, Felipe Ansola, Jonathan y Ricardo Saiz, Swing.

La función que sale mal es una obra tremendamente coral, donde hay una o varias escenas para cada intérprete, así que todos brillan. Entre mis gags preferidos sin duda están los fallos de utilería buscando bolígrafos que no aparecen o teléfonos que suenan a destiempo. Entre mis personajes preferidos está el de Max, un actor más pendiente del público que de la acción (hilarante David Ávila) y el de Robert, con un Víctor de las Heras con una presencia contundente que recuerda a Josep María Pou.
La gracia de la obra es que todos hemos participado o visto alguna función amateur y escolar, en la que las entradas se lían, el texto se olvida y se producen desastres de difícil resolución. En la escena profesional no vemos nada de eso porque, sea mejor o peor la función, siempre hay altura escénica. Así que nos tronchamos viendo lo que realmente vemos siempre, pero sin notarlo: que las paredes son de cartón piedra, y las situaciones falsas e impostadas.
Hay un gran género de piezas teatrales que, como Mischief Theatre, se han servido de funciones teatrales más o menos desastrosas. Y películas que también se han divertido riéndose del teatro. Recuerden, si no, To be or not to be (1942), de Ernst Lubitsch, con escenas teatrales que acaban en fiasco, o situaciones comprometidas escenificadas para engañar a los nazis.

Elijo entre las muchas películas que hay del genero una divertidísima Noises off! (¡Qué ruina de función!, de 1992), dirigida por Peter Bogdanovich, e interpretada por un plantel de lujo: Michael Caine, Carol Burnett, Denhol Eliott y Christopher Reeve, entre otros.
No duden en apuntarse La función que sale mal como plan navideño. Y si pueden, acudan en comanda, con familia, amigos, etc., porque es de esas obras en las que no se falla, y se pasa un rato estupendo.
La clá
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La función que sale mal:
https://www.lafuncionquesalemal.es/
Mischief Theatre:
Duración: 1 hora y 40 minutos
Fotografías de La función que sale mal Javier Naval.
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