
El Teatro Pavón vuelve a traer a Madrid Las Aves, obra con la que La Calòrica conquistó al público madrileño en 2022 en el Centro Dramático Nacional. Esta compañía catalana se formó por un grupo de amigos recién salidos del Institut del Teatre de Barcelona en el año 2010. Cuentan con un repertorio de más de 10 espectáculos, y se pasean por salas alternativas como por grandes teatros, de forma ya muy natural.
Con Las Aves conquistaron a público y crítica teatral y la obra, que llegó a Madrid hace un año, ya venía muy rodada y premiada. Repiten ahora durante varias semanas en el Teatro Pavón.
La pieza se basa en la comedia de Aristófanes, estrenada en el año 414 a.C.. Cuenta la historia de dos tipos, Pistetero y su compañera Evélpides, que abandonan el mundo de los humanos y convencen a las aves para crear una nueva civilización. El argumento les sirve a La Calòrica para mofarse de nuestro sistema político actual, basado en la creencia idealizada de una democracia, más que a ratos cuestionable. Citan a Qatar, Corea del Norte y también a Francia, con un Presidente de la República omnipresente.
La pieza se la meriendan Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López y Marc Rius, alternando personajes y haciendo cambios imposibles de vestuario, con medias de colores incluidas. Empiezo esta crítica teatral de “pico afilado” (como diría La Calòrica) con una alabanza hacia el vestuario diseñado por Albert Pascual. Con mucha imaginación y pocos recursos consigue crear unas aves de tono punki, muy diferentes entre ellas. Suya es también la escenografía, con un jardín vertical que se queda más corta en lo que a colorismo se refiere.
El espectáculo tiene la gracia de coger la obra clásica para hacer una crítica de la actualidad. Tiene un arranque demasiado lento, y eso que está en buena parte a cargo de Xavi Francés, que irradia carisma y divertimento. Hay un exceso de griterío mal puesto, aunque tiene la virtud de colocar la historia donde tiene que estar. La primera parte la remedian Xavi Francés y Aitor Galisteo-Rocher, travestidos de aves, y horrorizados con lo que los humanos pretenden de ellos.
Marc Rius, vestido de estilista de Tamará Falcó (aka Juan Avellaneda), se convierte en el déspota que sobre los pilares de propiedad – individuo y competencia, construye un nuevo sistema democrático que se vale de los trabajadores. A partir de ahí la obra empieza a coger mayor interés, con algunas escenas muy bien confeccionadas.
Me gusta de La Calòrica el humor corrosivo, que mezcla crítica hacia lo cercano (los alumnos de ESADE, los abogados hitlerianos…) con un cierto toque cabaretero, maravillosamente personificado en Aitor Galisteo-Rocher. Pero en estas aves, falta afianzar el ritmo y las transiciones si la intención era dar con una historia que fluyese con estructura. La alternativa sería ir apagando sucesivamente escenas, pero en ese caso habría que buscar mucho más vodevil para no perder la atracción.
La escena cumbre de la producción es sin duda, la de la cena de las palomas. Sólo se entiende en una historia bien colocada. Combina la terrible crítica social (el acceso a una vivienda digna, el trabajo sin medidas de seguridad, el devenir de la juventud), con un tono agridulce y tierno, al que no es posible escapar. Los cuatro actores dan lo mejor de sí mismos aquí. La hija política de boquilla, que adora al padre. El progenitor que se ve abocado a trabajar lesionado. El hijo poco expresivo y posiblemente drogado. La madre excesiva y anegada. Y el vestuario en grises para vestir a esta familia-paloma.
Para los que ser perdieran el run-run sobre La Calòrica del pasado año, esta es una oportunidad estupenda para verles en Madrid. Su hábitat natural es Barcelona, y por ahí hay que seguirles, que llevan más de una década montándola y dando jaleo teatral.
La clá
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Teatro Pavón
La Calòrica
Imágenes cortesía del equipo de prensa del Teatro Pavón. Fotógrafa: Anna Fàbrega.
Duración aproximada: 1 hora y media.