
El dueto Juan Cavestany / Andrés Lima ha traído a Madrid su pieza Principiantes, versión teatralizada de la colección de relatos del escritor estadounidense Raymond Carver (1938 – 1888) bajo el título De qué hablamos cuando hablamos de amor. Cavestany ha adaptado parte de la narración de Carver para formular un cuento en torno a la forma perversa de amar.
Como buen novelista americano, en los relatos de Raymond Carver hay tanto alcohol como auto destrucción, y el amor paradójicamente sólo se concibe desde la destrucción personal y del otro. En Principiantes a Cavestany, como autor, y a Lima, como director, les ha interesado mostrar y condensar esta toma de postura de Carver, transformándola en relato escénico.
Para no engañar al público sobre la suciedad del relato que se va a presenciar, el arranque de la pieza se presenta atronadoramente violento, en una recreación del alcoholismo y de los malos tratos que Raymond Carver propinó no sólo en la ficción sino en su vida real hacia su mujer Tess. A nivel vibraciones hay maestría en la capacidad de apretar el acelerador y sobrepasar el límite de velocidad en la primera escena. Mérito del director, pero sin duda también de dos actores jóvenes que se comen el escenario. Daniel Pérez – Prada hace del violentísimo marido y esposo en una pose shakespeariana que por presencia física y fuerza escénica recuerda a Tom Hiddelston. Vicky Luengo interpreta a la hija que se enfrenta al padre violento. Luengo pasa de ser la hija combativa para interpretar luego a una dulce (casi ñoña) joven enamorada de su pareja. Su versatilidad y dotes de camaleón quedan patentes.
Esta primera escena es corta y eléctrica, y da luego paso a un cuento más construido sobre una velada regada de ginebra entre dos parejas que se conocen superficialmente. La apariencia se torna muy ochentera, con una escenografía que juega a los colores marcados, y con una ventana en la que se proyecta un paisaje cambiante construido mediante video escena. Para marcar el cambio, Lima se vale de Led Zeppelin y de Radiohead al final. Entre medias, la composición musical original viene firmada por Jaume Manresa.

Este segundo gran acto de la obra gira en torno al personaje interpretado por Javier Gutiérrez, actor fetiche de Lima y procedente de Animalario. Con Gutiérrez ya se sabe que devora lo que se le ponga por delante. En este caso a un cardiólogo de mediana edad que se pregunta sobre la verdadera esencia del amor, y que vislumbra tendencias no muy alejadas a las del personaje inicial del violento padre. El nivel cultural no exime de la vertiente autodestructiva hacia el alcohol y los malos tratos. En esta segunda parte juega bien Mónica Regueiro el papel reflejo de la violencia verbal de Javier Gutiérrez, ayudando a construir al personaje en el espejo de la mujer atemorizada.
La obra al final se plantea, tras el enérgico arranque, como una velada de copas en la que los personajes se abren entre ellos regados por la desinhibición del alcohol. El peso cae sin duda en Javier Gutiérrez en sus continuos parlamentos, destacando el cuento de la pareja hospitalizada a la que el cardiólogo trata tras un accidente de tráfico. Al relato escenificado del original de Carver le falta la garra de su referente más claro, Largo viaje del día hacia la noche del dramaturgo norteamericano Eugene O´Neill, que es probablemente el tratado más cruento y certero sobre el amor, el alcohol y las relaciones familiares. Queda bien resuelto gracias a una buena dirección escénica, poderosa escenografía y al planteamiento dramático. El enorme descubrimiento de Principiantes es la calidad del elenco. Lo de Gutiérrez ya se sabe (es un monstruo de la escena), pero enorme peso es el que toman Luengo, Pérez – Prada y Regueiro, aún cuando la obra no les dé tanto papel.
La clá
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Principiantes. Teatros Canal.
Duración aproximada: 1 hora y treinta minutos.
Imágenes de Pablo Lorente. Cortesía del equipo de prensa de Teatros Canal.