Noche de Reyes. Ensayo General. Naves del Español en Matadero.

Shakespeare escribió Noche de Reyes en 1601, se dice que justo antes o después de Hamlet, es decir en lo mejor de su furia creativa.  Forma parte de sus comedias, aunque los estudiosos la han admirado siempre por la ambivalencia de su narración. El actor John Gielgud dijo de ella que es una obra difícil de acometer, dado el contraste entre los amores que en ella se dan, y la crueldad que los protagonistas vierten sobre el personaje de Malvolio. Este doble rasero ha llevado a que la pieza sea descrita como elusiva e incluso mutable. El bufón Feste le dice al noble Orsino, “tienes alma de ópalo tornasolado”, y algo así se puede decir de esta obra de teatro.

La ambigüedad aparece en el propio título, que muchos han considerado como un estorbo cuyo significado es difícil desantrañar. Noche de Reyes (Twelfth Night) es la fecha que marca el fin de las fiestas navideñas y sus festejos. Es un día de ánimo cambiante. La obra tiene, en realidad, un título más largo “Twelfth Night or What you will”, de compleja interpretación. Ese “como queráis” subraya el efecto de desgobierno y enredo de la pieza.

La obra se desarrolla en Iliria, que es una isla a la que va a parar Viola tras un naufragio. El mar le ha separado de su hermano mellizo, Sebastián, al que cree muerto, pero que en realidad luego irá a parar a la isla. Viola se hace pasar por un chico joven, y se pone a las órdenes del Duque Orsino, enamoradísimo de Olivia. Por ahí revolotean una serie de personajes caricaturescos y gamberros. Olivia se enamora de Viola, vestida como chico, mientras que Viola lo hace del Duque. Olivia a su vez tiene dos pretendientes, uno oficioso, Sir Andrew, y otro secreto, su criado Malvolio, un tipo pagado de sí mismo. En esta obra Shakespeare introduce una epidemia amorosa en la isla. Estos amores, en realidad, borbotean sin medida, y así malamente pueden ser correspondidos. Atención porque la obra además incluye referencias a confinamientos y pandemias, con resonancias doblemente cómicas.

Si el texto original de Shakespeare ha quedado algo vetusto, hay aspectos que hacen de Noche de Reyes una pieza modernísima y de muy atractiva adaptación. De entrada, los juegos de sexualidad entre géneros e incluso entre clases sociales. De otro, el enorme protagonismo de dos de los roles femeninos, el de Viola y el de Olivia, que son mujeres deliciosamente atractivas por estar al mando de su destino y de sus deseos desmedidos.

En el lado oscuro de la pieza está el personaje de Malvolio, un siniestro sirviente cuyo nombre ya encierra su mala intención. Es seco y altivo, pero recibirá burla y llegará a tocar la locura, algo que hoy se calificaría como “bullying”.

La directora Helena Pimenta se reencuentra con William Shakespeare en una reinterpretación absoluta de esta gran comedia que sigue, sin embargo, las convenciones del original. De un lado Pimenta (con apoyo de escenografía y vestuario de José Tomé y Mónica Tejeiro) ha intensificado el sabor marinero de Iliria, colocándola en un tiempo ficticio de principios de siglo XX, con trajes de marinero. Los azules mediterráneos y el calor del sol refuerzan la sensualidad de una isla en la que todos parecen desbocados por ese sentimiento egoísta que es el amor.

Helena Pimenta ha afrontado este proyecto con el dramaturgo Álvaro Tato, eliminando la rémora del verso vetusto y manteniendo sólo los pasajes en los que el ingenio de Shakespeare sigue brillando. Hay en la obra original mucha influencia de la comedia dell´arte, con personajes que son bufones cuerdos, y tipos serios que acaban deschavetados. Pimenta y Tato han actualizado esas referencias, y su Noche de Reyes parece a ratos una comedia de Eduardo de Filippo que corre rápida, venturosa y divertida hasta el desenredo final.

Hay algo, sin embargo, asombroso en el destilado creativo que han acometido directora y dramaturgo. El texto de Shakespeare es jibarizado, pero en su recorrido aparecen todos los elementos de la obra. Están los parlamentos más conocidos, hay música a tropel, están las medias amarillas de Malvolio y el juego escénico de personajes escondidos y que espían. El escenario es una gran playa pero se mantiene el guiño al teatro isabelino y sus cavas escénicas de donde surgen arriba y por los costados los intérpretes. Lo único que quizás haya perdido el montaje es el contrapunto de crueldad hacia Malvolio, ese que para Gielgud planteaba tantas dificultades en la dirección, con una acción que vuela tan bien en el enredo y la comedia. La pérdida no se echa en falta.

El montaje es un prodigio de talento magníficamente coreografiado bajo la batuta de Pimenta. Los dos personajes femeninos son exprimidos al máximo para sacarles el lustre que aún hoy conservan. Carmen del Valle hace una Olivia atontada e histriónica que pierde compostura ante un joven y atractivo chico. Lo que hace Haizea Baiges con Viola es arrollador. Está la juventud, la jovialidad, la sorpresa de casi una adolescente, la turbación… y entre medias, la actriz le echa una declamación del todo afinada y vigorosa. Si no fuera porque Noche de Reyes es un perfecto trabajo coral con un sobresaliente colectivo, el foco se lo llevaría Baiges. Hay, en realidad, un tercer personaje femenino, el de María, que Victoria Salvador borda entre la alcahuetería y la gamberrada.

Doblan algunos actores, como José Tomé, con notorios cambios de voz entre su pícaro Sir Toby y su más aposentado Orsino. Tomé tiene algo de hilo conductor en este montaje. Rafa Castejón dobla también, haciendo de Antonio y del archiconocido personaje de esta obra, el soberbio y fantasioso Malvolio. Cuanto más en serio se interprete al personaje, mejor resulta luego la bufonada. Castejón está como un palo seco en la primera parte y se le nota cómo disfruta cuando suelta los oscuros anhelos del hasta ahora impertérrito sirviente. El artefacto alcanza en su aparición con medias amarillas el clímax absoluto y Castejón, maestro del clásico, se da al burlesque con gozo. Patxi Pérez es Sir Andrew, uno de esos personajes segundones de Shakespeare, que son un caramelo. A vueltas está con el famoso pelazo del personaje, y sus gestos en el duelo con Baiges, son para desternillarse. Sacha Tomé tiene protagonismo hacia el final, cuando Sebastián se enamora de Olivia, y allí le esperan un par de buenos soliloquios. Cierra el reparto otro enorme descubrimiento, el de David Soto Giganto con su bufón Feste, que es la cordura en esta isla de desvaríos. El personaje del bufón es siempre como un Gato de Chesire, dueño de un espacio superior en el que levita, y sus entradas en escena deben ser casi como apariciones. Ese es el efecto perfecto que David Soto le imprime al bufón. A eso le añade el canto, el juego de voces y hasta una provocación con la breve imitación de la voz de Castejón.

En este juego colectivo de talentos veo mucho de la buena comedia de De Filippo, donde todos tienen su papel, y da para que brillen unos y otros. Y vaya si lo hacen. Dice Sir Tobey en el texto original de Shakespeare que “No está el mundo para esconder virtudes”, así que corran a disfrutar de todas las que este estupendo montaje ofrece.

La clá

www.lacla.es

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Noche de Reyes. Naves del Español.

Teatro Español y Naves del Español (teatroespanol.es)

Imágenes de José Alberto Puertas, cortesía equipo prensa Teatro Español.

Duración aproximada: 1 hora y 40 minutos.