Vania por Vania. Naves del Español en Matadero.

Hay momentos que merecen la pena ser recreados en la imaginación. Visualizo a Pablo Remón (autor y director) compartiendo con la productora su idea de actualización para el Tío Vania de Chéjov. Representar, al unísono, dos versiones de la pieza clásica del ruso. Una, desnuda, sin escenografía y con la única presencia de actores y texto. La segunda, con una profusa escenografía y una reinterpretación castellana del Tío Vania. ¿Pero recortadas? No, con duración original. ¿En días distintos? No, a modo de seguidilla. Lo veo, lo veo.

Quien lo vio es la productora del Teatro Kamikaze, que ha dado voz y espacio a Pablo Remón en estos últimos años. Coproduce también el Teatro Español. Lo vieron también los actores, que se dan una pechada de las de antaño. Doble función, pero casi sin intermedio. El resultado es una de las grandes piezas de esta temporada teatral. Entradas agotadas para cualquiera de las dos representaciones.

El conjunto es una actualización ingeniosa, cautivadora y divertida. Es todo lo que se espera de una reinterpretación moderna de un clásico. Se puede tomar el texto original, leerlo de manera desnuda y más actualizada (al modo de la primera parte, cercana a los postulados del espacio vacío de Peter Brook). O aportar más. Atreverse a jugar con el texto. Traer la historia a un pueblo castellano, de esos que Remón sabe retratar (Los Mariachis). Hay algo incluso más osado y admirable en la propuesta de Remón: su escritura colorea los blancos que Chéjov dejó sin pintar en su texto original.

El Tío Vania es una pequeña historia de provincias y de familias en declive. A través de este tipo de historias, Chéjov muestra el destronamiento de una clase social instruida y burguesa que no tiene medios ni oficio para mantener fincas o terrenos. Crea arquetipos de personas que habitan páramos de frustración, en los que los personajes sólo se dicen una décima parte de lo que piensan. Tío Vania es un relato de anhelos imposibles, terriblemente melancólica. Leída hoy día, la pieza nos coloca un espejo de los pequeños fracasos y reproches que contiene cualquier vida cotidiana. El amor que no se declaró, la pasión que no se consumó.

En Tío Vania todas las relaciones son un cruce de pérdidas. Vania (Javier Cámara) está enamorado de la mujer de su cuñado, Elena (Marta Nieto). Ella, a su vez, es un ser superficial y bello, que ansía una vida más entretenida que la de un marido mayor y enfermo (Juan Codina). El marido es el “profesor”, un holgazán erudito que nunca escribió la gran obra, sólo una serie de articulitos. A la finca viene de visita el Doctor (Israel Elejalde), a dos vodkas de ser un alcohólico completo y a dos vodkas más de desechar cualquier esperanza sobre la humanidad. Sonia (Marina Salas), hija del primer matrimonio del profesor, está enfatuada del doctor, pero sabe que ella es vulgar en todo. Ni guapa ni interesante. En la finca también trabaja un ama (Manuela Paso), preocupada constantemente por el samovar.

Todos estos cruces sentimentales se caracterizan por una enorme tensión emocional no verbalizada. Nadie confiesa a nadie sus amores, sólo hacia el final, el Doctor se declara a la bella mujer del profesor, y ella reconoce a su vez una atracción mutua. Pero ni siquiera esa pasión es consumada. Pablo Remón realiza una herejía. Por un lado, da pensamiento interior a sus personajes, que lo expresan en breves monólogos al público. Y lo que es peor, hace que los protagonistas desarrollen en sus diálogos, un grado más sobre el por qué de sus anhelos. No quedan así en el terreno de la intuición del espectador. Remón da una evolución importante a dos personajes. Vania es mucho más abierto en su amor desesperado por Elena. El otro personaje que a Remón le interesa es el ama que trabaja en la finca, y le dedica un espacio que Manuela Paso, una actriz de garra, sabe aprovechar. El profesor, sin embargo, es para Remón, un telón de fondo sin interés, que bien podría vivir en boca del resto de personajes. Aún así, Juan Codina nos ofrece una divertida interpretación, casi de comedia costumbrista. Tendrá poca escena, pero el patético profesor de Codina queda grabado.

Marta Nieto tiene un papel muy complicado. Releo la crítica de Marcos Ordóñez para El País sobre el Tío Vania del director Carles Alfaro, que se montó en 2008 en el Teatro María Guerrero. En ella Ordóñez destaca que el personaje de Elena debe ser cautivador. El espectador debe creerse que dos hombres tan diferentes, Vania y el Doctor, sean capaces de infatuarse de ella. Pues bien, Marta Nieto crea ese ser de belleza inalcanzable, y ojo, que no se trata de ser guapa sin más, sino de tener esa actitud altiva y desdeñosa, ese tedium vitae, confundido por aquellos que la idolatran como un aura de misterio. Nieto logra esa mezcla entre belleza física y vulgaridad de espíritu, en una interpretación contundente.

Vania es interpretado por Javier Cámara que se lleva en la primera escena de la segunda parte, el partido entero. Cuenta su sueño de Máster Chef, con acento castellano, camiseta abanderado y gorra con visera de campo. Sigue con su crítica a políticos y al campo (certera referencia a la actualidad). Cámara crea un Vania propio, aferrado a la labor, pero de gran inteligencia humana, y capaz, cómo no, de amores frustrados. Todo este recorrido lo transita Javier Cámara en una interpretación maestra, que deja sólo a ratos bien escogidos, esa natural predisposición a la risa que sabe suscitar.

Uno sabe que el Doctor tiene que ser Israel Elejalde, actor que borda los personajes enterrados en la inteligencia, el descreimiento y el cinismo. Aquí le dota de un aire menos taciturno: es un médico menos apesadumbrado que el original. Quizás porque sus trazos estén ya bien definidos, y Remón haya decido dar una brocha en algunos lados, y pintar el cuadro completo en otros. Una de las mejores escenas de la segunda parte, es, sin duda, la de la borrachera del Doctor y el ama, tras llegar de las fiestas del pueblo. Escena imaginada al completo por Pablo Remón y que es una aportación magnífica. Paso conmueve en un relato en el que la mujer de campo habla de su vitalidad interior que se materializa durante las fiestas del pueblo. Él, cuasi-alcoholizado a tiempo completo, le da el responso justo. Escena de borrachos totalmente embriagadora.

El personaje que menos interés me provoca es el de Sonia (Marina Salas). Creo que Pablo Remón ha desatendido en este caso la sutilidad de una mujer gris, devorada por un amor no correspondido. La última escena, en la que Vania y Sonia hacen recuento de apuntes contables, tiene que caer como una losa sobre toda esperanza de vivir una vida mejor. Le falta gasoil, y probablemente esa falta de empuje se arrastre desde el principio.

El otro gran personaje de esta producción es la ambientación, que es un lujo de ver. A la derecha, visto por el espectador, un porche castellano, lleno de polvo, con muebles de bar de esos que regalan las marcas. Hay detalles que hacen hasta sonreír, como la bolsa de agua colgada para ahuyentar las moscas. En el lado izquierdo, un porche de una rebosante vegetación, con samovar incluido. La escenografía es de Mónica Boromello, que siempre es garantía de creatividad. En la comparación, sale a ganar la segunda puesta en escena. A Pablo Remón le gusta pintar los entornos y los ambientes, le fascina dar ese apunte de localismo que sólo puede saborearse con una gorra verde o con unas cortinas de canutillos en las puertas para que no pasen las moscas. A destacar también el trabajo de iluminación de David Picazo, que pasa por subrayar los parlamentos de los protagonistas, pero también por iluminar un porche en el que va anocheciendo, y en el que se imaginan los insectos quemándose a la luz de una bombilla. O la evocadora iluminación de las fiestas del pueblo, con un horizonte azul que centellea.

Me quedo, sin duda, con el segundo Vania de la noche. Ese en el que Pablo Remón ha sacado brocha para colorear los fondos blancos que Chéjov dejó al espectador, y en el que el trabajo de intérpretes y creadores artísticos borbotea y emociona. Si no tienen entradas, estén atentos a ver si el éxito de esta producción regala algún “encore”.

La clá

http://www.lacla.es

*

Vania por Vania. Naves del Matadero en el Español.

https://www.teatroespanol.es

 Imágenes de Vanessa Rábade. Cortesía del equipo de prensa.