El crédito. Teatro Maravillas, Madrid.

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Nada hay más grato que acudir al teatro en una semana de trabajo, y disfrutar de una máquina escénica perfectamente engrasada. “El crédito” lo es. Y no hay forma de buscarle un reproche porque roza lo perfecto. Es un texto actual, escrito por Jordi Galcerán, dramaturgo catalán y autor de algunos de los últimos blockbusters escénicos (El método Gronhölm, Burundanga…). La dirección es de uno de los grandes, Gerardo Vera, aunque con un reparto como el que tiene la obra, da la sensación de que en esta ocasión su trabajo ha debido ir rodado.

El tono de la obra es de tragicomedia. Se toma un tema muy cercano a todos, el del endeudamiento financiero del ciudadano medio y su dependencia de los créditos bancarios, y se eleva al absurdo. Hay un perfume moderado de crítica al sistema bancario, pero soportable hasta para el “establishment”. La duración de la obra es de precisión suiza. Una hora y media, lo suficiente para entretener, no perderse en una trama que da para lo que da, y para terminar con pirueta que es lo que se espera que suceda. El texto casi parece de un dramaturgo francés. Se podría encasillar en el género al que pertenecen obras como “Arte” (Yasmina Reza) o “La banqueta” (Gérald Sibleyras).  El autor no toma riesgos, pero si le sale bien la jugada (como es el caso), con una buena distribución tiene el éxito internacional garantizado.

Para los programadores escénicos tiene otra virtud que, aunque personalmente me aburre, es terriblemente rentable. La obra sólo requiere dos actores, una mesa y dos sillas. Cualquier añadido (como los intervalos audiovisuales) son licencias escénicas.

Ahora bien, lo que hace que “El crédito” esté siendo un éxito absoluto (pocas obras presumen de reestrenarse después de dos temporadas), es la complicidad absoluta de sus dos intérpretes, Carlos Hipólito y Luis Merlo, a quienes se les nota que están disfrutando al máximo con este taquillazo.

Carlos Hipólito es uno de los mejores actores de escena, al que lo mismo le pones un drama de Henry Miller, un musical que una comedia actual, que el tipo lo devora. Ahora bien, en ocasiones su aportación interpretativa, correctísima, no siempre le hace brillar. Pero en “El crédito” Hipólito está inconmensurable.  Ha encontrado unos diálogos (casi monólogos en muchos momentos) a los que ha sabido exprimir el máximo tono cómico. En momentos de la obra, está Hipólito tan acertado en su españolísimo papel de director de sucursal bancaria, que puede permitirse jurar en arameo sin ofender. Hipólito, en su populismo, alcanza los “dejes” desternillante del enorme Paco Martínez Soria, pero suaves, sin excesos ni caricaturas.

Luis Merlo, por su parte, está enternecedor y divinamente cómico en su nada agresivo papel de pedigüeño de malas artes. Aunque es difícil hartarse de las divagaciones de Hipólito al teléfono, la obra alcanza sus momentos cumbre en los “toma y daca” de estos dos personajes.

Lleva “El crédito” un par de días en escena desde su reestreno y no cabía un alfiler en el teatro en esta ciudad aparentemente desierta. El público, embaucado, rio a rabiar y aplaudió con ganas y cariño, algo que los actores seguro estarán saboreando. Desde luego, y viendo como está de repleto el patio de butacas en mitad de agosto, lanzo un aviso a los programadores teatrales: agosto ya no es el páramo comercial de antaño. Hay mucho Rodríguez cultural suelto por Madrid que tiene apetito de teatro y que no se conforma con espectáculos de segunda.

Por el contrario, el público quiere disfrutar de obras divertidas, actuales, livianas y a cargo de grandes actores. El Teatro Maravillas ha acertado de lleno en reprogramar “El crédito” y en adelantar su estreno a la programación de otoño. Gracias a Hipólito y a Merlo por garantizar a los que andamos por Madrid una salida nocturna divertidísima.

La clá

www.lacla.es

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El crédito. Teatro Maravillas

http://www.teatromaravillas.com/

Imagen de cartel por cortesía del Teatro Maravillas.