El Teatro Bellas Artes ha apostado por estrenar este inicio de temporada una obra de un dramaturgo español contemporáneo con una trama difícil pero actual. Para digerir el asunto cuenta con dos actores carismáticos y versados, Maria Adánez y Roberto Enríquez, a quienes el reto les habrá resultado seguramente complejo de trabajar por su elevado tono dramático.
En agosto cada vez más se aprovecha para estrenar obras que luego se anuncian a bombo y platillo como inicio de temporada. Sirve además para ir calentando la obra, sobre todo cuando ésta requiere alcanzar un grado de intensidad dramática alto. El día del estreno el Teatro Bellas Artes estaba a rebosar. Normalmente los críticos y entendidos prefieren ir a ver una representación fuera del día del estreno, pero alguien cercano me solía decir que el estreno tenía la ventaja de ofrecer espectáculo fuera y dentro del teatro. La profesión artística desde luego supo acompañar al equipo de la producción en esta obra que ha sido de las primeras en dar el pistoletazo de salida a la temporada.
“El pequeño Poni” trata el tema del acoso escolar. Los anglosajones, expertos en bautizar cualquier fenómeno, llaman a este problema social como “bullying”. No es el acoso escolar una nueva epidemia social del siglo XXI, pero sí es uno de esos síntomas que muestra que esta sociedad está creciendo en una olla a presión. Con un paro que no arrecia y unas condiciones laborales más exigentes para las familias, los niños están creciendo en un ambiente crecientemente competitivo y alejado, probablemente, de valores más clásicos. Niños abusadores ha habido siempre, pero el problema del acoso tiene raíces que van más allá de un niño maltratador y otro maltratado.
Este problema que irradia sus consecuencias a todo el entorno social de los niños, es lo que mejor ha captado la obra “El pequeño Poni”. No es un conflicto polarizado entre unos niños, sino que se nutre de la permisividad del entorno de compañeros y profesores, y también de los problemas familiares. En el centro de la obra también se encuentra el dilema familiar perpetuo entre las opciones educativas. Decisiones a las que se enfrentan a diario los padres y familiares. Judo o ballet, dureza o permisividad, juegos o estudio…
En la obra dos padres descubren que su hijo de diez años, Luismi, sufre un acoso colectivo simplemente por el hecho de llevar una mochila de unicornios de la famosa serie infantil “My Little Pony”. El problema irá in crescendo, en parte por la falta de acuerdo de los padres en el encaramiento de la situación, y en parte por una comunidad que aísla a todo aquél que no entre dentro de los parámetros de la normalidad. En este enfrentamiento, Maria Adánez y Roberto Enríquez deberán encarar unas discusiones de pareja en tono alto.
En detrimento del texto están los caminos que deja a medio explorar. A través del tema principal, el acoso escolar, surgen otros que quedan sin concluir. La negación materna hacia una incipiente homosexualidad, la agresividad contenida del padre, los problemas de pareja, la posición intransigente del colectivo frente al individuo, la pasividad de las autoridades, etc.. Son demasiados palos que tocar para una sola trama. Trae consigo la complejidad añadida de colocar a los protagonistas en una intensidad dramática que, pasado el primer tercio de la obra, no dará tregua a los actores. Yasmina Reza resolvió este problema en “Un dios salvaje” enfrentando a dos matrimonios, lo que permitía jugar con los diferentes caracteres. A favor de la producción de “El pequeño Poni”, está la escenografía de Mónica Boromello y la vídeo escena de Álvaro Luna, que logran pausar las distintas escenas dramáticas, dando un respiro a los actores.
“El pequeño Poni” es una obra que captura el aliento del público, aunque moralmente lo deja extenuado. Es valiente y actual en el tema que escoge su autor, Paco Bezerra, y valiente también es la interpretación de los actores, que realizan un ejercicio interpretativo en tensión permanente. Le falta un desenlace mejor construido para sus protagonistas, pero acierta de pleno en criticar esa actitud cruel de la mayoría cuando, como colectivo, practica la intransigencia y el desprecio hacia lo diferente.
La clá
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Teatro Bellas Artes
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Imágenes por cortesía del Teatro Bellas Artes.
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