This House. National Theatre Live.

La generosidad del National Theatre de Londres poniendo a disposición las grabaciones de sus últimas producciones teatrales a todo el mundo es realmente alabable. Lo han hecho también en nuestro país Pentación Espectáculos, Pavón Teatro Kamikaze, Teatre Lliure, y un largo etcétera, sin suscripción, sin registro previo, con la facilidad de un clic en el canal de Youtube. El National Theatre, de manera distinguida, recuerda que es posible contribuir a las artes escénicas con una aportación o donativo.

Vamos con el último montaje que nos ha regalado NT Live, y que da para reflexionar muy seriamente sobre la dramática situación política que vivimos. Se trata de This House (2012), pieza encargada por el National Theatre al dramaturgo James Graham.

Tomando como pretexto el período político entre 1974 y 1979, Graham construye una reflexión sobre los entresijos de la vida parlamentaria en la cámara de los comunes (House of Commons). En concreto, cuenta las peripecias políticas por mantener el gobierno laborista en minoría, y los intentos continuos de los conservadores por lograr una moción de censura que hacia el final de la legislatura prosperó, dando paso al primero gobierno de Margaret Thatcher.

La triquiñuela de Graham es que en ningún momento sitúa a las cabezas políticas de aquella época en escena. Graham da el protagonismo a los equipos de “whips”, es decir, el grupo de parlamentarios encargados de asegurar la disciplina de partido durante la legislatura y, en particular, las votaciones. En un escenario dividido en dos estancias ficticias, se desarrollan los tejemanejes de unos y otros para lograr un voto más de un lado y uno menos del otro. Todo vale: desde atraer a esquiroles, levantar a enfermos, o hacer coincidir las votaciones con festivos regionales.

El montaje sobresale por una puesta en escena de una ambientación perfecta. El espacio vacío del escenario huele a moqueta, los muebles setenteros decoran las estancias de cada partido, y los trajes con corbata se convierten en el uniforme político de la fábrica legislativa. El panorama es entristecedor, de una vulgaridad absoluta. La “casa”, dice uno de los políticos, empieza a aparentar sus años, y nosotros somos meros depositarios. La ironía adquiere un tono desolador: el sistema político está desfasado, y quienes lo ejercen lo hacen como garrapatas continuistas.

Phil Daniels y Vincent Franklin del lado whip laborista.

Las votaciones se cuecen en los despachos y se manifiestan en las gradas parlamentarías. Hay aquí un juego escénico muy logrado que la escenografía logra proyectar. Las gradas de espectadores giran cuando se produce una votación, imitando los graderíos de los partidos políticos. Espectadores y políticos se mezclan, en una ejecución en escena vibrante y que apenas da respiro. Los momentos de pausa se producen cuando se ilumina el Big Ben, como esfera de la tradición parlamentaria y continuista con el pasado.

Phil Daniels desborda talento en This House

Entre los actores, brillan los del lado laborista, con acentos “cockney” marcados y colmillo retorcido. Phil Daniels embriaga por su político de pura cepa, oportunista, rápido y sagaz. Todos somos un cliché para capturar al electorado. “Yo soy el vejestorio cockney”, dice de sí mismo. Vincent Franklin es el jefe del lado “whip” laborista. En un estado continuo de turbación, su entrega hacia el conteo de votos ha sustituido cualquier otro afán vital. En sus nervios se vislumbra una vida vacía sin el quehacer político. Reece Dinsdale tomará el relevo en el liderazgo laborista a partir del primer tercio de la obra, mostrando a un político poco escrupuloso pero eficiente. Del lado conservador destaca Charles Edwards, que vendría a ser el homólogo de Reece en las filas contrarias. Julian Wadham hace del perfecto pijo conservador británico. Parecen sacados de unos personajes de Jane Austen, señala con mofa uno de los laboristas.

El lado posh de la bancada, con un estupendo Charles Edwards.

El elenco es muy superior y ofrece el mejor talento interpretativo británico, combinando poses, acentos, expresiones y sonoridades de todos los estratos sociales. El texto de Graham (algo excesivo en duración), genera unos diálogos inteligentes, que a cada frase esconden un epítome sobre la situación política generalizada en todos los países occidentales.

A lo largo de la obra el mensaje subyacente es la imposibilidad de llegar a un pacto entre las fuerzas opuestas. Nuestro modelo fue construido en la oposición, dice un político. Más tarde otro parlamentario dirá: “no fuimos hecho para cooperar”, somos las dos caras del mismo argumento.

El director de This House, Jeremy Herrin, construye una puesta en escena absolutamente dinámica para mostrar el desenfreno de los pactos, contra-pactos y votaciones. Emparentada con la serie británica House of cards, This House arremete de forma más directa y menos artificiosa contra la forma de hacer política que se viene arrastrando desde hace décadas. Su adaptación es probablemente imposible por los matices locales, pero invita a una mayor reflexión teatral sobre los momentos políticos que venimos viviendo.

La clá

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Imágenes cortesía de National Theatre. Fotógrafo Johan Persson