
Hay un tipo de teatro francés que le ocurre como a la cinematografía, perspira aires afrancesados por los cuatro costados. Declaro afición por este tipo de teatro: comercial, fresco, exitoso y generacional. Son piezas bien escritas, que se caracterizan por la comedia de situación y los retratos burgueses.
“La cuenta” es una obra típica de este género teatral. Escrita por el actor y dramaturgo Clément Michel, pone la mirada en tres amigos cuarentones de la infancia en una escapada de fin de semana en el campo. Clément Michel se convirtió en autor de éxito con El cartón, que tuvo incluso adaptación cinematográfica.
Hay en esta pieza mucha sintonía con obras tan conocidas como Arte (Yasmina Reza) o La cena de los idiotas (Francis Veber). Los protagonistas son profesionales de situación acomodada y con una retahíla de vicios de fábrica. Los tres amigos de la obra de Clément son tres tipos que se conocen desde la infancia, que se conocen a la perfección salvo en lo que respecta a sus vidas personales. La paradoja se irá desvelando en la función.
Para la adaptación en España, el director de varios éxitos de cartelera, Gabriel Olivares, ha sabido crear el cocktail perfecto para repetir éxito comercial. Olivares ha amoldado la obra para que el espectador vea un fin de semana en la sierra de tres urbanitas patrios. Acompaña la alegre y fluorescente escenografía de María Pinilla, que incluye árbol, mesa de pingo pong e incluso piscina.
En escena tres actores (Antonio Hortelano, César Camino y Rául Peña) en absoluta sintonía. Antonio Hortelano es el amigo sibarita, con un punto afeminado, que se niega a pagar parte de la cuenta de la cena de la noche anterior. Hortelano juega fantásticamente bien con el punto de feminidad que le hace oscilar entre la homosexualidad y el ligero toque gay del amigo heterosexual. También es el más circunspecto, con toque altivo de francés de buen ver. Todos estos atributos los despliega Hortelano con máximo acierto. Raúl Peña es el amigo golfo, que lo ha sido toda la vida, y sigue batiendo marcas. Peña lo clava, con un toque de sinvergüenza embaucador. César Camino es un genio de la comedia, de esos que hacen de adorable despistado que se mete en líos de campeonato. Y ese es también su papel en La cuenta. Camino es de esos actores a los que la risa del público no hay forma de que se le resista. Intuyo, además, que César Camino regala improvisaciones a sus compañeros en cada función.
De la trama mejor no desvelar mucho, porque en los enredos y desenredos está la gracia. De fondo hay bastante de crisis de la mediana edad con hombres en buena forma física que apuran la cuarentena para seguir disfrutando de la vida. El otro gran tema es la amistad y una frase que condensa la esencia de la obra: “si seguimos siendo amigos es porque no nos decimos la verdad”.
Para los que disfrutamos de las comedias francesas de temporada, y que padecemos el existencialismo barato de la mediana edad, y que además nos apetece salir para pasar un buen rato de risas, La cuenta es nuestra obra.
La clá
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La cuenta
Fotografía Javier Biosca