“Emilia” es la historia de una empleada del hogar que dedicó buena parte de su vida al cuidado de Walter, un chico de barrio con el que se reencuentra en edad adulta después de un largo parón sin saber nada el uno del otro. Walter acaba de mudarse a una nueva casa con su mujer y su hijo, y en plena operación de desembalaje cajas trae a Emilia, con la que se ha topado fortuitamente en la calle. En esas primeras escenas de tenso reencuentro, Emilia observa encandilada el hogar y la familia formados por Walter. Esta visión idílica no la comparte el público, que adivina en la actitud deprimida de la mujer y en la hiperactividad del hijo un alto grado de disfuncionalidad familiar. A medida que transcurre la obra van apareciendo pistas que luego confirmarán este pensamiento. Como ocurre casi siempre, las personas nos formamos una idea romántica de las personas de nuestro entorno y les presumimos, en ocasiones, un mayor grado de felicidad del que en realidad tienen.
La nueva pieza de Claudio Tolcachir, uno de los nombres más respetados del teatro actual, se ha puesto en escena en Madrid después de su montaje en Buenos Aires. Los medios y el público han recibido con mucho interés esta obra escrita y dirigida por Tolcachir. Después de la aclamada “La omisión de la familia Coleman” y la buena versión de “Todos eran mis hijos”, hay un cierto entusiasmo en ver lo que tiene que proponernos el actor, director y dramaturgo argentino.
“Emilia” es una obra que ambiciona la creación de un ambiento tenso, incómodo y violento, y en este sentido alcanza este alto grado de dramatismo. La pieza genera cierta claustrofobia y es incómoda para el espectador, pero tiene un ritmo y, sobre todo, una meritoria puesta en escena que logra que, pese a la intranquilidad que produce, no pierda el interés del espectador.
En contrapartida, y pese a que los monólogos de Emilia estén muy bien introducidos y engarzados con el desarrollo de la historia familiar de Walter, hay, en el transcurso de la acción, determinados pasajes omisibles, como pueden ser los intereses sexuales del hijo del matrimonio. Tolcachir ya había conseguido retratar a un chico con problemas de hiperactividad, escapismo y desfase emocional, por lo que algunos añadidos resultan prescindibles. En cuanto a la mujer, Carolina, tiene un abrupto cambio de actitud que quizás choque con el autismo depresivo que exterioriza durante gran parte de la función. Esta mutación resulta algo brusca, notándose la falta de proceso interior que justifique el salto. El personaje de Walter está mejor tratado pero también hubiera sido preferible adivinarle ciertas formas de su carácter con mayor claridad desde el comienzo. Con ello se evitaría recurrir a un objeto, como la camisa, que produce un reflejo emocional incomprensible que luego necesita ser explicado.
De la obra “Emilia” me ha gustado más el retrato de uno de sus personajes, el de la protagonista, que la disfuncionalidad de la familia de Walter. Emilia es el arquetipo de cuidadora que dedica su vida a la atención de los demás, viviendo con mayor intensidad los sucesos de las personas bajo su tutela que los suyos propios. Tolcachir pincela bien los compartimentos en los que a veces se encierra la vida e historia de las personas y que incluso podrían dividirse en episodios.
La actriz Gloria Muñoz, a la que no es posible olvidar en su papel de Kate en “Todos eran mis hijos” , escenifica a la perfección y sin manierismos a la vieja niñera. Alfonso Lara(Walter), Malena Alterio (Carolina) y David Castillo (Leo) están afinados en sus actuaciones y contribuyen a crear el ambiente dramático de la pieza. Si en algún momento desentonan se debe más a ciertos defectos en el trazado emocional que Tolcachir ha hecho de estos personajes.
Quizás la colocación del graderío de la Sala Verde de los Teatros del Canal habría tenido que seguir la disposición de la escenografía. Colocar las butacas alrededor del escenario podría haber contribuido a acrecentar más la intensidad de la acción dramática.
En «Emilia» Claudio Tolcachir no ha acertado de pleno como dramaturgo con una historia interesante pero que no acaba de estar bien apuntalada. Sí logra, no obstante, crear un ambiente desasosegante y dibujar nítidamente el perfil del personaje principal, Emilila. Los actores, con Gloria Muñoz (musa ya de Tolcachir) a la cabeza, sustentan este drama del que el público sale impregnado con cierta sensación de desazón. Lo mismo ocurre con los intérpretes a quienes la obra exige tal intensidad emocional que ésta acaba por reflejarse en sus rostros al terminar la función.
La clá
*
Emilia. Teatros del Canal.
http://www.teatroscanal.com/espectaculo/emilia-claudio-tolcachir-teatro/
Cartel por cortesía de los Teatros del Canal y PTC Teatro.
Pingback: La Strada. Teatro La Abadía, Madrid. |