
La gran dama, como la llama Marcos Ordóñez, Vicky Peña en «Homebody/ Kabul» de Mario Gas
La obra teatral es de una riqueza absoluta. Como si fuera ese baúl de la Piquer, puede disfrutarse de mil formas distintas. El teatro nace con vocación de representación, pero en sus letras está parte de la esencia de muchas piezas teatrales. En estos días de recogimiento comparto una recopilación de lecturas teatrales o en torno al teatro. Como no podemos disfrutar del placer de pasearnos por librerías especializadas, algunas podrán adquirirse en formato ebook, o apuntarse en el papel de la nevera, dentro de ese listado infinito de cosas que haremos cuando recuperemos la bien querida normalidad.
Mierda Bonita. Ediciones La Uña Rota.
Este fino libro rosa, inocuo en sus solapas, es un grito de cólera contra la sociedad actual. Esa que quedó atrás hace unos días, y que se creía dueña de su destino. Ediciones La uña rota ha refundido las piezas teatrales de Pablo Gisbert bajo el título Mierda bonita. En colaboración con el autor, las piezas han sido ordenadas siguiendo cierta intuición. Todos los textos fueron creados para llevarse a escena por la compañía El Conde de Torrefiel, que precisamente este fin de semana tenían cita en los Teatros del Canal.
El compendio de textos puede resumirse en este texto tajante de Pablo Gisbert:
«Tan sólo 15 años después de haber empezado el siglo xxi, yo me atrevo a bautizar este siglo, por el triunfo de lo artificial, por el triunfo de lo falso, por la negación de la naturaleza y el instinto, por la beatificación del plástico y por la alquimia de Amor y Política en Sexo y Dinero, yo me atrevo a bautizar este siglo, digo, como el siglo de la Mierda Bonita.» Pablo Gisbert
Mierda bonita. Ediciones La Uña Rota.
Los Huerfanitos. Santiago Lorenzo. Blackie Books.
Cuando las deudas sobrepasaban sus excusas, Ausias Susmozas —manirroto patriarca del Pigalle, un teatro de pasado glorioso— agarró el petate y se mudó al otro barrio. Su muerte reúne por primera vez en mucho tiempo a sus tres hijos, Argimiro, Bartolomé y Críspulo, dispuestos a recoger un consuelo monetario que compense el nulo cariño que les dispensó su progenitor. Pero se dan de bruces con una deuda inabordable: el banco se quedará el Teatro Pigalle si no logran saldarla. La única solución pasa por ganar una subvención mediante el estreno, en un plazo de cinco meses, de una obra que llevará por título La vida.
Este es el resumen de la novela Los huerfanitos, escrita por Santiago Lorenzo, hombre de cine y de teatro, ahora dedicado al afanoso mundo de la novela. La historia es un disparate entretenidísimo, dentro del género de “esta obra es una ruina”. Si se montase una exposición sobre el tema, a un lado del ejemplar de este libro se proyectaría la película ¡Qué ruina de función!, dirigida por Peter Bogdanovich en 1992, y al otro, se colocaría un programa de mano de La función que sale mal, en cartel en el Teatro La Latina.
La novela tiene aires costumbristas madrileños, aunque esté ambientada en tiempos actuales. Y recuerda a momentos a los dislates de Eduardo Mendoza.
Está editada por Blackie Books, y le tengo especial cariño, no sólo por haberme hecho reír durante un maravilloso período estival, sino por ser libro regalado por el voraz lector y crítico Juan José García, de Ni Un Día Sin Libro.
La historia además tiene mucho que ver con esos empresarios teatrales que viven por y para su teatro. Leyéndolo me vino a la memoria la historia del empresario teatral Julio Kaufman, cuyas cenizas aparecieron un día en el Teatro Colón de Buenos Aires, según reseñó la prensa.
Si les apetece humor, y un mensaje de optimismo escénico en un contexto de caos, éste es su libro.
Los huerfanitos. Blackie Books.
https://www.blackiebooks.org/catalogo/los-huerfanitos/28/
Confesiones de un actor. Laurence Olivier. Editorial Simon Schuster.
Hacia el final de su vida, el actor y director británico Laurence Olivier (1907 – 1989) publicó sus memorias bajo el subtítulo “Confesiones de un actor”, adoptando desde el inicio una postura clara. Olivier, considerado probablemente el ideal del actor británico, se autoproclama intérprete por encima de sus otros oficios, nada desdeñables, por cierto. Fue cabeza de varias compañías teatrales, gestor empresarial de innumerables producciones y, quizás el rol más institucional, Director Artístico y fundador del National Theatre durante una década. Probablemente tomase un poco en serio la genialidad de su amigo y dramaturgo Noël Coward, que en una ocasión le comentó que, en puridad, la única utilidad del director teatral sería evitar que los intérpretes fuesen chocándose entre sí.
Laurence Olivier trabajó y vivió hasta la extenuación. Fue seguramente en su vida personal un ser no del todo tolerable (el artista, se justifica, debe ser esencialmente egoísta), pero su autobiografía aporta muchas y jugosas anécdotas y, sobre todo, una reflexión en primera persona sobre el oficio de actor.
Reseña completa en este enlace.
Discurso de Entrada de Juan Mayorga en la RAE.
La entrada de Juan Mayorga en la Real Academia Española ha sido una de las noticias bonitas del 2019. Entró, en el templo de la lengua, un dramaturgo que es y se siente también filósofo y matemático. El 19 de mayo de 2019, en el acto protocolario de recepción en la Academia, Mayorga presentó su discurso de ingreso, con el lacónico nombre de “Silencio”.
De entre los silencios dramáticos que Juan Mayorga muestra a lo largo de su discurso, nos destaca uno, el del espectador, que aquí reproduzco por ser éste un blog que se escribe desde la butaca:
“Es el silencio más importante: el del espectador. Porque en el teatro se hace el silencio para que el espectador oiga no sólo las palabras y los silencio es que vienen del escenario, sino también las palabras y los silencios de su propia vida y de vidas que podría vivir. En el teatro, arte del desdoblamiento, también el espectador se escinde entre quien es y sus otros”.
Reseña completa en este enlace.
El discurso completo puede leerse en este enlace.
Telón de Fondo. Marcos Ordoñez. El Aleph Editores.
Para cualquiera que acuda habitualmente al teatro (para los aficionados de la cosa, vaya) es imprescindible leer Telón de fondo, escrito por Marcos Ordóñez y publicado por El Aleph Editores. Ordóñez abre su alma de crítico teatral, su “corazón de comadrona”, y repasa su experiencia profesional (y vital) como narrador de historias del escenario. En el libro recorre sus andanzas profesionales en distintos diarios y publicaciones, contándonos en paralelo el desarrollo del teatro en España. La escena teatral nacional es el resultado de la convivencia de tres tipos de teatro desde los años sesenta: el nacional, el comercial y el subterráneo. No es necesario desdeñar ninguno de ellos, ni siquiera a Jardiel Poncela (con el que muchos empezamos a conocer y asombrarnos con el teatro de críos). La crónica de esta evolución teatral pasa también por el florecimiento de modernos centros teatrales y por la aparición del hecho distorsionador que en ocasiones es la subvención pública. Alaba Ordóñez a la ayuda estatal como propulsora de las artes escénicas, pero a la vez señala sus peligros: da pie a favoritismos y compite (deslealmente) con la iniciativa privada. En cuanto a los espacios teatrales, ocurre como con los centros de arte contemporáneo: hoy han sido puestos en entredicho como muestra del despilfarro de la administración descentralizada. Toda capital de provincia ha querido emular el Guggenheim de Bilbao y el resultado es una blanca caja vacía, como el Niemeyer de Avilés.
Reseña completa en este enlace.
Telón de fondo. El Aleph Ediciones.
https://www.planetadelibros.com/editorial/el-aleph-editores/conocenos/74
Disfruten de la lectura.
La clá
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