Medea. Fundación Juan March.

Cada crónica sobre un evento escénico en la Fundación Juan March comienza siempre igual. Con una loa incansable y repetida hacia la propuesta artística de esta institución cultural. Desde hace muchos años la Fundación Juan March es la Fundación bancaria que mejor y más cuida a los amantes de las artes escénicas. En su programa hay todo tipo de propuestas dedicadas al teatro. Desde conferencias con críticos y estudiosos, creadores escénicos, exposiciones y, lo más codiciado de todo, su ciclo de puesta en vivo de eventos musicales.

La Fundación Juan March es además muy activa en sus colaboraciones. Lo ha hecho con el Teatro de La Zarzuela y ahora en Medea se une con el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. La pieza se pudo ver el pasado mes de abril en unas pocas, pero virtuosísimas representaciones. Habrá un “encore” en Mérida el 8 de julio.

No hay aspecto de esta producción que no merezca ser alabado, empezando por el lujo en la edición del programa, gratuito, como son estos conciertos teatralizados. El libreto incluye estudios académicos sobre el género del melodrama y su contexto. También sobre el mito de Medea. Y todo viene acompañado de maravillosas reproducciones de cuadros clásicos.

En una época post-pandémica en la que el programa de mano ha quedado desterrado de la nueva normalidad teatral para disgusto de muchos, la Fundación March tiene la delicadeza no sólo de regalar los programas, sino de currárselos, de plantearlos como un pequeño catálogo expositivo, que incluye el texto de la pieza y artículos comentados. A todo color, grapado y con una calidad de papel excelente, ser visitante de “La March” es recuperar el estatus de un espectador mimado.

La última pieza que se ha montado es Medea, en versión lírico-dramática del compositor Georg Anton Benda (1722-1795). El género se ha venido en llamar melólogo y se ha descrito como un conjunto de escenas teatrales monologadas con inclusiones de música instrumental. El libreto de esta Medea, que fue estrenada en Leipzig en 1775, corresponde a Friedrich Wilhelm Gotter (1746-1797).

Esta producción cuenta con uno de los grandes nombres en la dirección operística, el de Marta Eguilior, que ha querido acercarse a esta Medea como una mujer animalizada, cercana a sus instintos más primarias. En el programa se nos explica que Medea fue bárbara, y por eso la muerte a sus hijos es el final lógico de la venganza en vida que esta mujer quiere dispensar al héroe, Creonte.

Medea es Carmen Conesa, que aporta una puesta en escena vigorosa y electrizante. Ella acapara todo en su declamación pronunciada, en su violencia y odios, que sabe dosificar. Envuelta en un vestido largo de harapos, con la faz convertida en el morro de una fiera, Conesa se convierte en una mujer loba, guiada por unos instintos animales, más propios de la naturaleza salvaje del ser humano, que de su razón. Enorme el trabajo de caracterización y prótesis de Sarai Núñez.

Esta Medea se presenta como una mujer abierta en canal, e introduce una nueva lectura en tiempos contemporáneos sobre la maternidad. El mito de Medea cuestiona la imagen idealizada de la maternidad, y en el siglo XXI permite abrir diálogos más abiertos sobre esa entronización de la maternidad como entrega absoluta a los hijos. Hay madres malas, madres que matan a sus hijos, madres que abandonan, madres que se ponen primero a sí mismas, madres que dan a luz y que luego no son madres, madres que son abuelas y a la vez madres no biológicas.

Carmen Conesa pone delante ese sentimiento visceral que son los celos, y la obsesión incontrolable hacia una persona. Es un alegato de una mujer que vive apresada y condenada por el desamor. Junto a ella, Ricardo Barrul e Ylenia Baglietto interpretan como bailarines a esos hijos destinados a la muerte. Marta Eguilior ha apostado por un espectáculo sobrio, oscuro, muy visceral y físico. Los intérpretes Barrul y Baglietto realizan un esfuerzo corpóreo absoluto, con una performance artística exigente. Son cachorros que se retuercen al lado de una madre absoluta y absorbente.

A nivel musical el cuarteto Seikilos interpreta la pieza original de Benda, y finaliza con la emocionante Lacrimosa de Mozart.

Para quien no pudiera asistir a esta nueva joya de la March, puede hacerlo en verano en Mérida, y siempre en el “encore” grabado en Canal March.

La clá

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Fundación Juan March

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Imágenes cortesía del equipo de prensa de Fundación Juan March.