Acróbata y Arlequín. Compañía La Maquiné. 22ª Feria de Teatro de Castilla y León.

 

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La Maquiné es una compañía teatral infantil que destaca por la delicadeza y plasticidad de sus producciones. Inspirados por numerosas tradiciones teatrales, La Maquiné (Joaquín Casanova y Elisa Ramos) usa los recursos del Teatro Negro de Praga, de las marionetas turcas o incluso del Bunraku japonés. Sus espectáculos no pueden entenderse sin música, y por eso son una propuesta perfecta para espacios escénicos que combinen tradición musical y escénica. No es raro que La Maquiné haya sido invitada al mismísimo Teatro Real de Madrid, y su nueva producción escénica merece repetir invitación.

Acróbata y Arlequín se ha representado en la 22ª edición de la Feria de Teatro de Castilla y León que se celebra estos días de agosto en Ciudad Rodrigo. La obra sobresale por un lirismo condensado en una visión amable y nostálgica del mundo circense, vista a través de los ojos de Pablo Picasso. Conocida es la fascinación que siempre sintió Picasso hacia el mundo circense. La compañía teatral La Maquiné se inspira, estilísticamente, en el período rosa del pintor malagueño. Los ecos coloristas de los cuadros picassianos se proyectan en la escenografía y especialmente en el maravilloso vestuario creado por Elisa Ramos. Destaca el colorido traje de arlequín o el atuendo blanquísimo de la payasa.

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En el montaje se hacen notar otras presencias artísticas. Picasso, interpretado por Alejandro Conesa, es un mimo y ágil acróbata que a momentos recuerda a Charles Chaplin, con pantalones demasiados anchos y un sombrero que le sirve para realizar acrobacias. El maestro de ceremonias es Noé Lifona que hace de ocasional narrador y cantante de chanson française. Las escenas se simultanean como auténticos números circenses, y hay mucho guiño hacia el cine mudo de principios del siglo XX, tanto en el ritmo, como en la forma de entender las imágenes. La payasa es la propia Elisa Ramos, con reminiscencias a la delicada Gelsomina de Giulietta Masina de La Strada. El personaje que se ha sacado de la chistera Elisa Ramos es una genialidad, condensando los atributos de los mejores payasos: divertidos, tiernos, gamberros y torpes. Los niños asistentes estaban fascinados con esta payasa de tupé bailarín y tonos blanquecinos.

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Hay escenas exquisitas, como las de los monos, el pequeño elefante o el de Rosita la cabra. El montaje va ganando notoriamente a medida que avanza, flojeando ligeramente en un número de osos que podría llevarse a la altura del resto, con algún pequeño retoque. La dirección, con tempo de cine mudo, está a cargo de Joaquín Casanova. El montaje usa la imaginación y el juego de luces y sombras para elevar la plasticidad, e incorpora números puramente circenses, como el de cuerda a cargo de la acróbata Natalia Calles.

Como en otros montajes, La Maquiné quiere que la música brille y cuenta con música en vivo a cargo de pianista y el canto de Noé Lifona. Se echa en falta que el piano brille con luz propia. Siguiendo el guiño al cine mudo, sería bonito ver (y no sólo escuchar) el piano en directo interpretando las piezas de Erik Satie y Francis Poulenc.

A las tonalidades musicales y pictóricas, hay que añadir los bonitos títeres diseñados por la compañía La Maquiné, entre los que destaca el elefante, que es articulado de manera sobresaliente, con la pesadez propia de las piernas del animal.

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La premiada compañía teatral ha creado un espectáculo que asombra con números de una exquisitez absoluta, que no pueden entenderse sin la música. Por la riqueza de la propuesta, Acróbata y Arlequín merece estar en los mejores escenarios teatrales y líricos, atrayendo al público más pequeño hacia un mundo con ricas referencias artísticas.

La clá

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La Maquiné

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Imágenes cortesía de La Maquiné.